Gobierno enfatizó necesidad de medir y certificar cuidados medioambientales en la producción

Objetivo > Se busca emitir bono verde cuya tasa de interés esté atada a objetivos ambientales

La economía local está en “un punto de inflexión”, con una incipiente recuperación que debe aprovecharse para lograr un crecimiento sostenible, valoró la ministra de Economía, Azucena Arbeleche en un evento organizado por el INIA. En dicha instancia, donde también participaron los titulares de Ganadería, Fernando Mattos, y de Ambiente, Adrián Peña, se enfatizó en las mayores exigencias medioambientales y sociales del mercado, y por ello se trabaja para adoptar medidas que vayan en esa dirección. Ello va desde “incentivos fiscales” a la emisión de un bono soberano verde cuya tasa de interés esté asociada al cumplimiento de los objetivos ambientales.

Un mundo que necesita alimentos y consumidores que exigen mayor calidad de productos y que cumplan con determinadas exigencias ambientales constituye el gran desafío y una gran oportunidad para Uruguay a futuro (ver recuadro).

Estos temas formaron parte del evento “Uruguay, ¿Un país diferente? Los desafíos de sostenibilidad” organizado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) que se desarrolló en la Expo Prado 2021 y que contó con la presencia de los titulares de tres ministerios: Azucena Arbeleche de Economía y Finanzas (MEF); Fernando Mattos, de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP); y Adrián Peña, de Ambiente (MA).

Arbeleche explicó que Uruguay se encuentra en términos económicos atravesando por “un punto de inflexión”, donde se empiezan a ver señales positivas. “Tenemos una recuperación en curso, y es un momento que tenemos que aprovechar” para generar un crecimiento sostenible, argumentó. “Esto que pide el consumidor, son elementos que nos piden los mercados, que nos piden los inversores, el mundo entero hoy exige, a lo tradicional, elementos adicionales que tienen que ver con lo ambiental, con lo social y la gobernanza”. En ese sentido, la política económica “debe jugar un rol” y el MEF trabaja con al MGAP, el MA y el Ministerio de Industria, para incorporar los temas medioambientales en sus proyectos.

La ministra remarcó la importancia de “medir los impactos” para evaluar cuál es la senda más efectiva. “Economía tiene que administrar los recursos, y lo tiene que hacer de la forma más eficiente posible. No podemos desperdiciar los recursos”, sostuvo.

Entre las medidas pensadas, mencionó la necesidad de aplicar “incentivos fiscales en la dirección correcta”, y también se apostará a incorporar aspectos medioambientales a la hora de buscar financiamiento. Detalló que se trabaja para “emitir un bono que esté atado a indicadores ambientales internacionalmente reconocidos”, donde la tasa de interés vaya en función del cumplimiento de los objetivos medioambientales: “Si nos va bien, vamos  pagar menos, si nos va mal, vamos pagar más”, señaló.

Si bien no brindó mayores detalles, explicó que los indicadores que se utilicen deben “ser medibles, reconocidos internacionalmente, y que sean asimétricos: si daña el ambiente, vamos a autocastigarnos, si somos favorables al medioambiente, vamos a beneficiarnos”.

Arbeleche explicó que “lejos de chocar el crecimiento económico con el cuidado medioambiental”, es el único crecimiento al que se debe apuntar. “Lo otro sería pan para hoy y hambre para mañana”.

Azucena Arbeleche: Los indicadores ambientales que se utilicen deben “ser medibles, reconocidos internacionalmente, y que sean asimétricos: si daña el ambiente, vamos a autocastigarnos, si somos favorables al medioambiente, vamos a beneficiarnos”.


Por último, comentó que la inversión en aspectos medioambientales debe ser medida de forma distinta en los registros fiscales, para que no se contabilicen como gasto. “Inversiones en cuestiones ambientales tienen que medirse de forma diferente”, sostuvo Arbeleche, adelantando que se va a plantear este tema a organismos internacionales, como el Banco Mundial y el FMI.

Decir y demostrar

Mattos, por su parte, comentó que la coyuntura actual implica contar con sistemas productivos “que den garantía de aumento de producción”, pero al mismo tiempo brinde preservación de los recursos.  “Son preocupaciones de carácter global, en lo que podemos -y debemos- demostrar que somos diferentes y tomar estas amenazas como una oportunidad”, sostuvo.

El titular del MGAP destacó que Uruguay “es el único país del Mercosur que no aumenta su frontera productiva a expensas del monte natural” y donde el “monte  nativo aumenta sus dimensiones en relación al área productiva”. Para el jerarca, esto es importante para que nos posicionemos de una forma especial frente al mundo.

Fernando Mattos: “No basta con decirlo, tenemos que demostrarlo, tenemos que tener evidencia científica y certificaciones internacionales apoyadas en el conocimiento y la innovación”.

Valoró que el consumidor actual cuenta con más ingresos y mayor información, lo que hace que la sostenibilidad de la producción “tenga un rol cada vez más relevante”. En ese sentido, resaltó la importancia de “toda la institucionalidad agropecuaria” y la presencia activa de institutos como el INIA, el Instituto Nacional de Carnes (INAC), el Instituto Nacional de la Leche (Inale), entre otros. “No basta con decirlo, tenemos que demostrarlo, tenemos que tener evidencia científica y certificaciones internacionales apoyadas en el conocimiento y la innovación”, remarcó Mattos. “Hay un cliente al otro lado del mundo que lo aprecia, lo valora”, agregó.

Destacó que hace años Uruguay lleva adelante una política de menor utilización de anabólicos, y de antibióticos en su producción animal, “resignando a veces capacidad productiva”, pero sabiendo que debido a las exigencias de los consumidores “esa pequeña resignación productiva va a ser reconocida por el mercado”.

El diferente

El ministro de Ambiente evaluó que la presencia de tres ministros de Estado disertando sobre un tema sobre el que a priori podrían tener visiones encontradas es una explicación de por qué Uruguay es diferente.  “Es un factor de diferencia, imperceptible, que logra que siempre acordemos y que siempre estemos viendo en el más largo plazo”, indicó el ministro, que destacó la “madurez del sistema político” y de “un gobierno que pone en primera línea los temas ambientales”.

Peña sostuvo que la creación del MA no es sólo “un cambio formal”, sino que implica “un cambio de paradigma”. Explicó que la intención es generar una “agenda convergente” entre los diferentes ministerios, incorporando “la dimensión ambiental en los sistemas productivos nacionales”. Ello implica “incorporar la marca ambiental en la marca Uruguay Natural”.

Adrian Peña: “La política ambiental debe centrarse en evidencia técnica y científica”.

El titular del MA indicó que los temas ambientales “tienden a la polarización, y generan falsas oposiciones y algunos fanatismos”, y por ello, la política ambiental debe centrarse en evidencia técnica y científica. “Hay que certificar y medir”, sostuvo. Peña aclaró que no se trata de que Uruguay no mida, “lo hace muchos años”, sino de “incorporar” esas mediciones en la producción y poner en valor esa medición.

“Eso requiere de tiempo, pero se va a transformar en valor agregado y en mayores ingresos”, fundamentó el ministro.


Uruguay es completamente diferente”

Walter Baethgen, vicepresidente del INIA, contextualizó que Uruguay es un país de tres millones de personas, que produce alimentos para 30 millones y que tiene el potencial de producir para 50 millones. Además, comentó que en un mundo con 7.500 millones de habitantes hay “800 millones que se van a dormir todas las noches con hambre”, pero al mismo tiempo, “eso coexiste con otros problemas alimentarios”: 2.000 millones de personas con problemas de sobrepeso y 1.000 millones con obesidad. Además, existe “el hambre escondida”, que implica a personas que comen las calorías diarias necesarias, “pero no con la calidad adecuada”, lo que genera otros problemas de salud.

Paralelamente, en los últimos años hubo un fuerte crecimiento del poder adquisitivo de las personas a nivel internacional: En los últimos 10 años se agregaron 1.000 millones de personas a la clase media y es esperable que en los próximos años se agreguen 1.000 millones más. “Cuando aumenta la capacidad de consumo, empieza a preocuparse por cosas que antes no lo hacía”, reflexionó Beathgen, poniendo como ejemplo la calidad de los alimentos, la forma de producción, cuestiones medioambientales, entre otras.

En ese sentido, los grandes problemas de salud pública vinculados a la alimentación, y la creciente demanda internacional de productos con este tipo de exigencias son los dos grandes desafíos y la gran oportunidad que tiene Uruguay.

El jerarca del INIA dijo que Uruguay se encuentra en una buena posición. Destacó la producción de granos “rotando con pasturas, cuidando el suelo y una economía circular”. También la producción de carne, que “en un 90% se hace en pasturas naturales que hace millones de años que están siendo pastadas por herbívoros grandes”, y que si no hubieran animales pastando se degradaría el ecosistema natural. Por último, subrayó que la forestación “respeta el ordenamiento territorial para que no compita con suelos para producir alimentos”.

En ese sentido, y reflexionando sobre el título del evento, subrayó que “Uruguay es completamente diferente. ¿Se puede mejorar? Sí, se puede mejorar muchísimo, pero ya somos diferentes”. No obstante, enfatizó que “no alcanza que estas cosas que nos hacen diferentes sean simplemente un folleto o una buena campaña de promoción”, sino que es indispensable “meterle ciencia buena” para certificar todas estas cosas.