Para solucionar la pobreza infantil, las transferencias son “una condición necesaria, pero no suficiente”

Matías Brum, economista del Instituto de Economía de la Universidad de la República

La pobreza, y más concretamente la pobreza infantil, han sido temas por los cuales algunos actores políticos han mostrado preocupación en el último tiempo. Estos son los casos de, por ejemplo, Iván Posada, diputado del Partido Independiente, y Cristina Lustemberg, diputada del Frente Amplio. Más allá de estas iniciativas, para poder analizar cómo se encuentra esta problemática, cuáles son sus implicancias y sus causas dentro de la realidad social de nuestro país, CRÓNICAS se puso en contacto con Matías Brum, especialista en microeconomía y profesor de la Universidad de la República.

Para Brum, la situación general de pobreza en Uruguay se encuentra compuesta de tres elementos. El primero de ellos y el núcleo duro es la pobreza estructural. Por sus características es difícil de combatir y cuantificar, pero, en la actualidad, según el especialista, se puede estimar en un 5%.

Otro nivel de pobreza, un segundo elemento, es aquel que va en relación al ciclo económico, por lo cual se trata de un número variable de personas que entran y salen de tal situación. En este momento, teniendo en cuenta que la situación de la pobreza se estimó por última vez en el segundo semestre de 2022 en 9,1%, Brum resaltó que la pobreza vinculada al ciclo económico se puede ubicar en 4% o 5%.

Por último, el tercer nivel es el de las personas en vulnerabilidad. Según el entrevistado, las personas ubicadas en esta situación varían de 3% a 5%. En este caso, su incorporación a los umbrales generales de pobreza se vio evidenciada, por ejemplo, durante la coyuntura de la pandemia, cuando el aumento estuvo dado de 8,8% en 2019 a 11,6% en 2020.

Pobreza infantil: la gran piedra en el zapato

Durante la crisis de 2002, aproximadamente la mitad de los niños uruguayos vivían en condición de pobreza. Hoy la situación ha cambiado, ya que ronda en torno al 18 y 21% en los tramos etarios desagregados que van de 0 a 5, 6 a 11 y de 13 a 17 años. Si bien en los últimos años, luego de la pandemia, el comportamiento de este tipo de pobreza se ha mantenido estancado, teniendo oscilaciones mínimas, Brum resaltó que se trata de un dato preocupante. Esto tiene que ver con que, en definitiva, uno de cada cinco niños en Uruguay se encuentra en situación de pobreza.

La causa básica a la que se asocia este fenómeno es que en los hogares donde viven no generan los ingresos suficientes, por lo cual donde se debe poner la lupa es en los adultos responsables y, según el economista, en la sociedad. Por el lado de los adultos entra en juego el mercado de trabajo y, por el lado de la sociedad, el sistema de transferencias.

La situación laboral de los adultos responsables

Acerca de los adultos responsables, y específicamente de su situación laboral, Brum señaló la necesidad de analizar la realidad de los adultos jóvenes. Apuntó a que los padres de los niños que atraviesan, por ejemplo, la primera infancia, tienen en general entre 17 y 29 años. Justamente, es este segmento al que peor le va en el mercado de trabajo históricamente, identificando, entre otras cuestiones, problemas de empleabilidad, capacitación y educación.
Existen algunos datos del mercado del trabajo que se podía prever que indicarían una mejora en la situación de pobreza, sin embargo, no lo hacen. Este es el caso de la tasa de empleo, ante lo que hay que tener en cuenta las variaciones en su distribución y las diferencias asociadas a la recuperación del salario real.

En relación a las diferencias entre las mejoras del mercado de trabajo y el mantenimiento de la situación de pobreza, Brum resaltó que la clave puede estar en que quienes se están beneficiando no son quienes están por debajo de la línea de la pobreza.

¿Las transferencias son una solución?

Brum se mostró a favor de las transferencias como uno de los mecanismos para solucionar el problema de la pobreza infantil. A su entender, se trata de “una condición necesaria, pero no suficiente”. Aseveró que estos aportes son necesarios y hay que apuntar a poner cerca de 240, 300 o 400 millones de dólares. Justificó esta necesidad resaltando que las personas que viven en estas condiciones están en situación de privación y darles dinero es la única forma de que se ocupen de sus necesidades.

El investigador se detuvo también en el hecho de que este tipo de acciones no son suficientes, por lo cual son necesarios cambios estructurales. Brum subrayó, entre otras cuestiones, la importancia de mejorar la calidad de las escuelas, aumentar el número de escuelas de tiempo completo, incentivar la presencia de mejores docentes en lugares críticos y mejorar el Sistema de Cuidados.

En cuanto a esto último, apuntó a la relevancia que tiene el hecho de que las familias tengan el derecho a cierto número de horas asignadas en el Sistema de Cuidados. En este sentido, el economista señaló al ejemplo de Inglaterra, donde dentro de determinada franja etaria el gobierno entrega un voucher con el derecho a 15 horas semanales de cuidados en una guardería. Ese tiempo puede ser utilizado por los padres, entre otras cosas, para trabajar o mejorar las condiciones de cara al mundo del trabajo, destacó el entrevistado.


Las consecuencias detrás de la problemática

Según Brum, mantener estos niveles de pobreza infantil puede derivar en el futuro en una pobreza estructural mucho mayor, y es claro que cuando los infantes cumplan los 18 años se terminarán por incorporar, en gran medida, a ese segmento.

El experto detalló que también pueden tener lugar problemas vinculados a la integración social. Los niños pobres, dado su contexto, tienen peor acceso al sistema de salud, al sistema educativo, a lugares de esparcimiento, y están más expuestos a los distintos tipos de violencia.

Son todos esos elementos que potencian la desintegración social, ya que más allá de la cifra que puede indicar el crecimiento de la pobreza, pueden aparecer otras asociadas, por ejemplo, a la criminalidad.