Regla fiscal “no estaría siendo útil para que el gobierno no vuelva a ser expansivo en el ciclo electoral”

El dólar “baja cuando tiene que bajar, y baja cuando tiene que subir”

Hasta setiembre del 2022, el gobierno realizó un manejo fiscal “espectacular”, pero desde entonces se ha observado un “cambio de tono”, que llevó al deterioro del resultado, según advirtió el economista Javier de Haedo. En tal sentido, lamentó que la nueva regla fiscal “no estaría siendo útil para que el gobierno no vuelva a ser expansivo en el ciclo electoral”. Además, alertó por el deterioro del tipo de cambio “sin fundamento alguno”, y en materia macroeconómica destacó el “ADN del Uruguay” que hace que ningún gobierno busque un cambio refundacional, pero advirtiendo que ello nos lleva a ir más despacio en las transformaciones necesarias.

El economista y director del Observatorio de Coyuntura Económica de la Universidad Católica disertó ayer jueves en el evento “Un balance anticipado” que organizó el diario El País, y del que también participó el politólogo Rafael Porzecanski (ver recuadro).

Al analizar la economía uruguaya, uno de los focos se posó en el atraso cambiario. Explicó que el año pasado, cuando los commodities subieron mucho, el dólar bajó en Uruguay acompañando una tendencia internacional, sin embargo, ahora que se revirtió esa tendencia y el dólar volvió a subir, en Uruguay continuó su descenso. “Acá baja cuando tiene que bajar, y baja cuando tiene que subir”, comentó.

A su entender, en Uruguay se verifica un deterioro del tipo de cambio “sin fundamento alguno”, acumulando una caída de 23% en comparación con el promedio histórico. Estimó que para que el tipo de cambio alcance el promedio, el dólar debería estar a unos 50 pesos. De Haedo cuestionó que no se trata solo del “instrumento”, sino del “instrumentista”. “Hoy tenemos flexibilidad cambiaria y tenemos más atraso cambiario”, subrayó.

Resultado fiscal

De Hedo recordó que uno de sus errores de proyección estuvo en el resultado fiscal, donde –aseguró– se equivocó “por oficialista”. Dijo que hasta setiembre del año pasado, el resultado fiscal del gobierno “fue espectacular” (ayudado por la inflación porque lo que más bajaron fueron los salarios y jubilaciones reales), lo que permitió un descenso del gasto de 1,7 puntos del PIB en la primera mitad del gobierno. Sin embargo, lamentó que desde entonces “en solo ocho meses (el gasto) ya subió 1,2 puntos” del PIB. “Es claro que hay un cambio de tono”, subrayó, explicando que se bajaron impuestos, se aumentaron gastos e inversiones, y ahora se propone un aumento del tope de deuda del 30% por el efecto de la sequía, que a su entender es desmesurado.

Apuntó que el manejo del gasto es comparable al que históricamente realizan los gobiernos previo al año electoral. “Ajustan los primeros años, pero desajustan en los últimos”. En tal sentido, lamentó que la nueva regla fiscal “no estaría siendo útil para que el gobierno no vuelva a ser expansivo en el ciclo electoral”. “No puedo seguir siendo oficialista lamentablemente”, señaló.

En cuanto al crecimiento económico, De Haedo espera que este año haya un crecimiento “flojo” y en 2024 se registre un rebote. Explicó que excluyendo factores extraordinarios, el crecimiento tanto este año como el próximo sería del orden del 2%, pero que en los hechos este año va a ser 0% y el próximo 4%.

Por otra parte, resaltó el crecimiento del empleo, pero también de la mejora de su calidad. “Hay menos desocupados, menos subocupados y menos ocupados sin registro (a la seguridad social). Es decir, hay más y mejor empleo”, destacó. Asimismo, indicó que el salario sigue en un proceso de recuperación y que retomará los niveles de 2019, aunque a este respecto, planteó varias interrogantes: “¿Nadie habla de productividad? ¿Está bien ese nivel de salario real? ¿Por qué llegar a ese número mágico que no tiene fundamento económico? Si tiene fundamento político, no soy tan naif”.

El “ánimo social”

Al tratarse de un evento de análisis económico y político, De Haedo fue consultado respecto al “ánimo social”, que suele ir de la mano de la situación económica, y evaluó que habrá una situación “neutra”. “Ni excesivamente a favor, ni excesivamente en contra”, señaló.

Explicó que hay algunos elementos positivos como el empleo, pero otros como el salario, que “no va a estar significativamente mejor” y esa es una variable “que tiene más prensa”. Por su parte, el atraso cambiario “tiene más devotos que contras”, y la inflación no va a ser sustancialmente diferente.

También dijo que no espera grandes cambios en lo macroeconómico, independientemente de quién gane las elecciones, debido al “ADN del Uruguay”. “La religión oficial del uruguayo es el social-estatismo batllista. Todos somos batllistas, mal que nos pese. Eso tiene un lado bueno y un lado malo. El lado bueno es que un aspecto importante de nuestro país es que no llegan gobiernos refundacionales. A veces lo dicen, pero no lo hacen. Eso está bueno. Lo malo es la velocidad, que vamos despacio”, sostuvo.

“Nos podría ir mejor de lo que nos va. Pero necesitamos crecer más rápido y para eso se precisan reformas”, agregó.


Fidelizar es la clave

A su turno de analizar el escenario político, Porzecanski, director de Opinión Pública y Estudios Sociales de Opción Consultores, estimó que tras una “luna de miel ampliada y extendida”, el gobierno fue perdiendo aprobación. Sin embargo, dijo que ha sido una caída “gradual y no drástica”, tras un año de temas complejos: los casos Astesiano y Marset, problemas importantes de seguridad pública, y la sequía con impactos en el consumo y la economía. En ese sentido, dijo que “parece haber un piso duro” de aprobación, lo cual “es una buena noticia para el gobierno” pensando en las elecciones del 2024.

Por otra parte, se refirió a la “tormenta” dentro de la coalición de gobierno generada con Cabildo Abierto. A propósito, estimó tres escenarios: uno en el que continúen, con choques pero que siga su curso; otro con retiro de los cargos pero manteniendo una cooperación legislativa pensando en 2024; y un tercero -menos probable, según Porzecanski- de ruptura.

En cuanto a las elecciones del 2024, recordó que estamos en un contexto regional de “alternancias”, pero que en el caso de Uruguay presenta un matiz en la buena aprobación del gobierno.

De todas formas, el FA parece tener un piso muy duro y “es muy difícil que vote por debajo del 40%”, mientras que la coalición de gobierno como bloque está pareja con el FA, aunque “ojo, que faltan nombres”, aclaró. “Cuando uno pone nombres importantes en la cancha las cosas se vuelven menos claras”, comentó.

Una clave, a su entender, es “cómo fidelice” la coalición a su votantes en el balotaje, recordando que en 2019 se mostró el peor desempeño en ese sentido. “Tiene que apostar a una mejor fidelización”, comentó.


Bonus track

A su disertación, De Haedo le agregó un “bonus track”: Argentina.

Señaló que la diferencia cambiaria nunca estuvo peor que ahora, y a modo de ejemplo se refirió a la diferencia de precios de frontera, donde Salto está un 144% más caro que Concordia. “Esto muestra que siempre se puede estar peor, y en Argentina, mucho más”

En cuanto al turismo bilateral, recordó que por primera vez en la historia tenemos un saldo negativo y que “se va a seguir acentuando”.

De todas formas, dijo que “no creo que detone” la economía Argentina, pero en caso de hacerlo no espera que haya “más consecuencias en Uruguay de lo grave que ya estamos viendo”.