Es momento de definiciones

EDICIÓN EMPRESAS & NEGOCIOS Nº 150

Ya se superó la mitad del gobierno de Lacalle Pou, un momento apropiado para repasar los logros y desafíos que enfrenta el presidente para la segunda parte del mandato en lo que refiere a la política de inserción internacional.

Escribe: Ignacio Bartesaghi, doctor en Relaciones Internacionales y director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay | @i_bartesaghi

No hay duda de que uno de los principales aciertos del gobierno en curso tiene que ver con la visión sobre el Mercosur y la posibilidad de negociar acuerdos bilaterales. Si bien es cierto que se trata de un debate instalado desde tiempo atrás en el país -podría decirse que desde el gobierno de Jorge Batlle en adelante-, Lacalle Pou le ha impuesto al tema un énfasis especial, logrando con cierto éxito que el tema sea debatido en prácticamente todas las reuniones del Mercosur, algunas de las cuales no estuvieron exentas de polémica.

Junto con Brasil, Uruguay ha impulsado un Mercosur más abierto al mundo, lo que en el caso de la principal potencia del bloque se vio reflejado en las propuestas para rebajar el arancel externo común, mientras que Uruguay lideró la denominada flexibilización del proceso de integración. Podría decirse que los éxitos han sido relativos en los dos asuntos, ya que Brasil logró un consenso para una rebaja del 10% del arancel, la que fue aprobada por la decisión N°8/22 (con excepciones para cada miembro), cuando en un principio apostaba a una rebaja muy superior (incluso de forma unilateral Brasil ya aplica una rebaja adicional del 10%).

En el caso de Uruguay, las discusiones no llegaron a consensos entre los miembros, especialmente por la firme negativa de Argentina que sostiene una posición muy proteccionista sobre el comercio mundial, incluso aplicando recientemente nuevas medidas que restringen las importaciones (ampliación del universo de productos sometidos a Licencias No Automáticas de Importación y la creación del Sistema de Importaciones de la República Argentina, el que establece información anticipada para concretar las importaciones).

En efecto, más allá del esfuerzo de los negociadores uruguayos por presentar propuestas relacionadas con la flexibilización, con planteos específicos realizados en los ámbitos regionales correspondientes (incluso con una propuesta de decisión), la constante negativa de Argentina y en menor medida de Paraguay llevó a que el gobierno siga un camino unilateral, para lo cual definió como principal argumento que la decisión N°32/00 no se encuentra vigente.

Es en ese marco que Uruguay alcanza el cierre del estudio de factibilidad conjunto con China, lo que de acuerdo con las declaraciones públicas (no se conocen los resultados del estudio) confirman los impactos positivos de la firma de un TLC entre los dos países.

Se trata de un paso de suma importancia, quizás el más relevante desde la firma del TLC bilateral suscrito entre Uruguay y México en 2003. Ahora bien, el estudio no puede ser considerado un fin, sino que naturalmente es el medio para iniciar cuanto antes las negociaciones para la firma de un TLC, lo que sería el punto de no retorno en el debate sobre la flexibilización del Mercosur y también en la formalización de las relaciones del bloque con China.

Por otro lado, Uruguay avanza en la elaboración de un estudio de impacto con Turquía para la firma de un TLC bilateral y solicitaría el ingreso formal al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (por su sigla en inglés Cptpp) antes de fin de año. También se avanza en intercambios con Reino Unido en capítulos que van más allá del acceso en bienes, lo que es un camino que debería profundizarse y expandirse independientemente del posible ingreso de los dos países en el Cptpp.

Al respecto del bienvenido posible ingreso al mega bloque recién mencionado, debe tenerse en cuenta que se trata de un acuerdo de adhesión, donde Uruguay tendría que ser aceptado por los miembros, los que ya están analizando el posible ingreso de algunas economías de mayor porte que la uruguaya y con otra importancia geopolítica (como es el caso de Reino Unido). Además, Uruguay tendrá que administrar de forma correcta las tensiones internas que se podrían generar a nivel de algunos sectores por el nivel de compromisos exigido en dicho acuerdo en capítulos relacionados con la propiedad intelectual, las empresas del Estado y las compras públicas.

Todos los esfuerzos bilaterales están en curso, pero deben confirmarse para que los empresarios mejoren sus condiciones de acceso, no solo para las exportaciones sino también para las importaciones; y no solo en bienes, sino también en servicios. Se trata de un asunto que, en términos de desarrollo, es tan relevante como cualquier otra reforma del Estado que esté pendiente o en curso.

Mientras las lógicas bilaterales avanzan, el Mercosur logró cerrar las negociaciones con Singapur, lo que fue posible por la voluntad política de este último país y el pragmatismo de los socios del Mercosur que aceptaron -como suele ocurrir- una serie de bilateralidades en los compromisos asumidos con la economía asiática. Si bien resta la firma y puesta en vigor del acuerdo, es un éxito para resaltar. Se trata de la firma de un acuerdo de última generación y el primero con un país asiático (el acuerdo entre el Mercosur e India es muy limitado en su cobertura y alcance) y una puerta de entrada a una de las regiones más dinámicas del planeta.

El bloque mantiene negociaciones en curso con Corea del Sur, Canadá y el Líbano, las que, en todos los casos, registran distintos niveles de avances e incluso cierto estancamiento. Asimismo, se pretende avanzar en negociaciones con algunos países centroamericanos, Indonesia y Vietnam.

En esta realidad, Uruguay se ve forzado a acelerar las posibilidades de negociar acuerdos bilaterales, acompañando en paralelo (los que nunca son al ritmo deseado) las negociaciones que están en curso con sus socios en el bloque. En este último tema, se tendrán que incorporar, en todos los casos, estrategias de negociación y cláusulas de puesta en vigor bilaterales.

En definitiva, Uruguay enfrenta muchos desafíos para los próximos años y todo eso con contextos políticos cambiantes, los que no necesariamente favorecen la estrategia desplegada por el gobierno actual en el Mercosur. En este sentido, los resultados electorales en Brasil son de especial importancia para el país, en particular porque la visión sobre el Mercosur difiere sustancialmente entre Jair Bolsonaro y Lula da Silva.

Para tener éxito, el gobierno nacional deberá contar con capacidad negociadora y definir una estrategia muy fina, donde sería conveniente alcanzar los mayores niveles posibles de consensos nacionales. Una elevada dosis de pragmatismo en la política exterior será excluyente en los próximos años. En este sentido, sería un error caer en las simplificaciones de aquellos que reclaman que el país siga una lógica de modelos o bloques. El mundo es más complejo que democracias o autarquías, que Occidente y Oriente, por lo que será necesario el despliegue de agendas diversas adaptadas a cada realidad.

Lo mencionado no implica romper con las alianzas históricas que naturalmente hay que seguir defendiendo, como con Europa y Estados Unidos, las que por cierto sí tendrán que ser revisadas y potenciadas en el delicado contexto actual. Ahora bien, no se podrá desconocer el rol que juegan las economías emergentes como China e India, o el papel que desempeñarán en el futuro los países del sudeste asiático o algunas economías africanas.

En los próximos años deben llevarse adelante los máximos esfuerzos para aumentar las oportunidades de negocios, lo que redundará en más comercio, más inversiones y más empleo. En definitiva, las definiciones acertadas en la política de inserción internacional son un pilar central para alcanzar mayores niveles de desarrollo.