Munyo: “Sin inversión no hay crecimiento y sin crecimiento se hará difícil sostener en el tiempo la estabilidad financiera”

EDICIÓN ESPECIAL 2018

Ignacio Munyo, economista, director del Centro de Economía, Sociedad y Empresa de la Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo (IEEM).


El economista situó a Uruguay en el lugar de los países “sólidos financieramente” en comparación con otros de la región, pero aclaró que “se está a salvo, por ahora”. Para no llegar a la caída total, sostuvo que es necesario eliminar las barreras de la rentabilidad a través de una estrategia económica.

En materia económica, revisando esta última administración de gobierno, ¿cuáles fueron las debilidades y cuáles las fortalezas que hubo en materia económica? 

Como principal fortaleza se debe destacar la solidez financiera ante un corte en el financiamiento externo.

Los datos indican que estamos bien parados ante el cambio negativo de las condiciones financieras internacionales que sufren las economías emergentes. Si se consideran las reservas internacionales del país en relación a las necesidades de fondos -pagos de deuda de corto plazo y déficit fiscal-, nos deja a salvo por ahora. Además, a nuestras reservas internacionales  hay que sumarles más de US$ 2.000 millones de créditos contingentes con organismos multilaterales -entre los que no está el cuco del FMI-. También tenemos una menor dolarización de los pasivos y una mayor solidez del sistema bancario —alta liquidez, elevada capitalización y baja morosidad- que en el pasado. Desde el punto de vista financiero, estamos bien.

A su vez, se debe rescatar las intenciones de avanzar en la dirección correcta en la profesionalización y cambios institucionales  asociados a las empresas públicas. También, los esfuerzos por lograr una mayor apertura comercial e inserción internacional. En ambos casos, son buenas intenciones que ojalá se puedan materializar en la próxima administración.

Entre las debilidades se encuentra la imposibilidad de frenar el crecimiento del gasto público. Se aprobó la Rendición de Cuentas con un incremento de gasto público de US$ 140 millones. Tengamos presente que el gasto público se duplicó en los últimos 13 años y creció bastante más que el PBI. También tengamos claro que los nuevos gastos comprometidos se esperan financiar con una suba en la recaudación de impuestos que probablemente no va a existir. Mientras el gobierno proyecta un crecimiento de 2.5% para este año, nuestras proyecciones indican que la economía crecería apenas arriba del 1%. Mientras que el gobierno proyecta un crecimiento de 3.3% para el año que viene, nuestras proyecciones están cerca del 1%. Si la realidad termina más cerca de nuestros números que de los del gobierno -ojalá que no-, será bastante menor la recaudación del IVA, del Imesi, del IRPF y del IRAE. Pero el nuevo gasto habrá que pagarlo. Y va a ser muy difícil que el déficit fiscal baje del 4% del PBI; obviamente, dejando de lado el ingreso de fondos que recibió el gobierno de parte de las AFAP como consecuencia de la ley de los “cincuentones”.

Pensando más allá del 2019, ¿qué medias fundamentales deberían formar parte de la estrategia económica del próximo gobierno?

Vivimos en un país que se volvió carísimo y con costos altísimos para producir. Quedamos 30% más caros que Argentina y hace años ya que estamos igualmente caros con respecto a Brasil.

Por más que nos cueste reconocerlo, hace rato que el sector productivo está estancado. Si se excluye el sector de las telecomunicaciones, la producción de bienes y servicios, Uruguay está hoy en el mismo nivel que a fines de 2014. No es caprichoso, ni malintencionado, mirar lo que sucede con el PBI sin las telecomunicaciones. Los datos de PBI muestran crecimientos relevantes en los últimos tres años gracias al enorme peso que tiene el sector telecomunicaciones (15%), mucho mayor al que tiene en Chile (3%) o Estados Unidos (3%), solo por nombrar dos ejemplos. Esto se debe a que en Uruguay la base de las Cuentas Nacionales se mantiene en el año 2005 y los precios de las telecomunicaciones han caído radicalmente desde entonces.

El gran desafío que tiene nuestra isla es volver a ser atractiva para invertir. Sin inversión no hay crecimiento y sin crecimiento se hará difícil sostener en el tiempo la estabilidad financiera. Más que nunca tenemos que aprovechar la estabilidad para que nuestros vecinos inestables vengan a invertir acá; algo que luce imposible sin rentabilidad. Y más difícil aun, cuando la inversión se vuelva atractiva en los países avanzados.

Es hora de que nos pongamos de acuerdo en una agenda procrecimiento que baje las elevadas barreras que impiden mejorar la rentabilidad.

La estrategia económica se debería basar en reducir tales barreras. Las principales son: regulación laboral, inserción comercial internacional, peso del Estado en la economía y capacidad de sus recursos humanos. Urgen mejoras en la regulación laboral para adaptarla a los tiempos que corren. Hay que pasar del discurso al hecho en la mejora en las condiciones de exportación de las empresas uruguayas con la firma de acuerdos comerciales, empezando con China, pero abriendo todos los horizontes: Reino Unido, Corea del Sur, Estados Unidos, entre otros. No puede esperar más una mejora de la eficiencia de las empresas públicas, a través de cambios institucionales y su salida al mercado de capitales. Es vital una reforma profunda de la educación en línea con el planteo de EDUY21, de forma de cortar la sangría de un sistema educativo que deja a más de la mitad de las personas que participan, funcionalmente, analfabetos para el mundo actual.