“Hay que sacarse de la cabeza eso de que para aumentar la recaudación hay que subir impuestos”

Martín Litwak, abogado especializado en fiscalidad internacional

El experto conversó con CRÓNICAS sobre la propuesta de generar un impuesto al 1% de la población más rica de Uruguay, que se calcula son unas 25.000 personas que acumulan entre el 35% y el 45% de la riqueza nacional. En un contexto de negociación salarial y debate presupuestario, la propuesta -que tuvo origen en el sector sindical- cosechó el apoyo de algunos senadores frenteamplistas, pero no conquistó al presidente de la República, Yamandú Orsi, ni al ministro de Economía, Gabriel Oddone. Para Litwak, “parte de la idea errónea de que la riqueza es un pozo fijo del que se puede extraer sin consecuencias”.

-Usted se ha expresado en contra de la propuesta del 1% a los más ricos. ¿Por qué cree que la medida no sería eficaz? 

-Hay varias razones. Primero tiene que ver con algo que es de sentido común: el gobierno de un país puede determinar quién es el obligado a pagar un impuesto, pero lo que nunca puede determinar una ley es quién va a tener el peso real de este impuesto. Normalmente la gente que pertenece al 1% es gente que tiene una empresa, vende un producto o un servicio y puede perfectamente trasladar eso a los precios. Con lo cual, en principio, es un impuesto que en general no lo terminan pagando los más ricos, sino los que menos tienen y no lo pueden pasar para el próximo en la fila.

Por otro lado, puede generar que los más ricos se terminen yendo. En definitiva, el dinero es algo mimoso; le gusta que lo traten bien, y en los países donde no se lo trata bien, el que tiene más dinero se termina yendo. Es un impuesto fácilmente evitable, y evitable legalmente, no estamos hablando de evadirlo. Por otro lado, es un impuesto que es muy fácil de aplicar cuando uno piensa en dinero, pero… ¿cómo lo aplicas cuando tenés empresas productivas, es el 1% de cuánto? Entonces, no siempre que tenga un stock de plata o de bienes tiene el flujo para pagar el impuesto.

Además, yo no creo que Uruguay tenga mucho espacio para impuestos adicionales. De hecho, todo lo contrario, Uruguay debería estar bajando impuestos, no subiéndolos.

-¿Hay evidencia internacional que respalde su rechazo a la posibilidad?

-Hay ejemplos en todo el mundo de países que lo aplicaron y no solo perdieron población, sino que recaudaron menos. El último fue Noruega: el gobierno decidió aumentar la alícuota y terminó en que la gente afectada se iba del país. Los más ricos también consumen y pagan IVA, también ganan plata y pagan IRPF, entonces, no es solamente que si se van no pagan el impuesto al patrimonio, no pagan ninguno de los impuestos que venían pagando hasta ahora.

También hay impuestos que surgieron para una situación puntual y que cuando esa situación dejó de existir, el impuesto quedó. En Alemania hubo un impuesto sobre las cervezas para financiar una división del ejército; la guerra terminó, esa parte del ejército se desafectó y el impuesto se sigue pagando 300 años más tarde.

En general, en la historia impositiva, los impuestos normalmente empiezan transitoriamente, con alícuotas bajas, mínimos no imponibles altos, y terminan teniendo mínimos no imponibles muy bajos, alícuotas altas y son permanentes.

-¿Hay incentivos para hacer que esos ricos se queden? ¿Sería un impacto tan voluminoso como para generar una migración de millonarios?

-Hoy la gente no se va porque hay seguridad jurídica. La gente que emigra de Uruguay es porque busca otras oportunidades, no para proteger su patrimonio. En general Uruguay es un país que, más allá de que han pasado diferentes signos políticos, tiene seguridad jurídica y la gente no huye. Creo que la propuesta es al menos contradictoria con el otro aspecto que tiene Uruguay en materia tributaria, que es justamente la vacación fiscal para los nuevos residentes fiscales.

Entonces, si hay mucha gente que vino acá para entrar a la vacación fiscal, es como un poco incoherente que pongas un impuesto a los que más tienen. Si seguís sumando, sumando y sumando impuestos, en algún momento la gota rebasa y la gente se empieza a ir. ¿Un millonario argentino no paga impuestos, pero un uruguayo sí lo hace?

La presión tributaria en Uruguay no es baja. O sea, es más baja que Argentina, es más baja que otros países, pero no es baja. Estamos hablando de un país que tiene el impuesto del IVA casi más alto del mundo, el IRPF hace 20 años no existía, hoy existe y es también un promedio relativamente alto, tenemos bastantes monopolios en servicios y no es un país barato para vivir. No hay mucho margen para subir impuestos, porque los impuestos después se van al precio final. Sin embargo, a mí no me preocupa tanto el impuesto, sino la dialéctica contra los ricos. 

-¿De qué se trata esa “dialéctica”?

-Es un impuesto que busca el revanchismo, que nace de la idea de que la desigualdad está mal y no de que la pobreza está mal. Me preocupa la dialéctica contra los ricos. En todo el mundo, no solo en Uruguay -Estados Unidos, Argentina, México- el 1% más rico contribuye entre el 20% y el 40% de la recaudación del país. Realmente no es la gente con la que deberían meterse.

Lo que habría que preguntar es si el problema es la desigualdad. Yo creo que el problema no es la desigualdad, es la pobreza: muchas veces estamos haciendo foco en cuánto más pueden pagar los ricos en lugar de cuánto necesitan los pobres, y la realidad es que la desigualdad crece en el sistema capitalista históricamente, es cierto, la estadística muestra eso, pero no es cierto que los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres. Los ricos son cada vez más ricos, es cierto, pero los pobres también son cada vez más ricos. Mirá cualquier ejemplo de quién accedió a un teléfono celular hace 30 años y quién accede a uno hoy, o quién podía comprar pañales descartables hace 30 años y quién los puede comprar hoy. Hay un derrame, llamémoslo como queramos. A mí no me preocupa que esa gente tenga más que yo, no me preocupa en lo más mínimo, con tal de que yo pueda estar bien. Creo que es un tema de, en todo caso, resentimiento. Pensemos cómo resolver la pobreza, pero no queremos ser todos iguales, porque no es el punto. No vamos a ser iguales en materia de plata, lo que hay que hacer es que no haya pobres.

-Pero, en esa lógica, ¿cómo se puede estimular que el pobre sea cada vez más rico? 

-Es que la realidad es que si vos mirás las estadísticas desde que está instalado el capitalismo, el pobre es cada vez más rico. Esos son datos, esos son datos que la izquierda misma maneja. El problema es que quieren que sea igual de rico que el rico, y no va a pasar nunca.

El tema acá es cómo evitas que el pobre, en algunos lugares puntuales del país, en algunas franjas etarias, tenga un nivel de vida que no es el correcto, qué podría mejorarse. Pero, de vuelta, el foco debería estar en cómo mejoramos la vida de los que hoy no tienen una buena vida, no en cómo les sacamos a los que más tienen. 

-¿Qué alternativas existen para combatir la desigualdad o abordar la pobreza infantil?

-Lo que hay que pensar es justamente que no todos los impuestos generan aumento de recaudación. Uno a veces piensa que aumentando el impuesto aumenta la recaudación y por ende la discusión en los gobiernos pasa a ser siempre qué impuesto aumento. Y yo creo que lo que hay que pensar es qué impuesto bajo para fomentar más actividad económica. Hubo algún rumor de que la vacación fiscal en Uruguay se puede llevar de 10 años a 15, espectacular, más gente que venga es más gente pagando, si bien no va a pagar impuestos a las ganancias, va a estar pagando el IVA de las cosas que compre. Entonces, hay un montón de medidas impositivas inteligentes que por un lado reducen el esfuerzo fiscal que hace la gente a diario, que es un montón en Uruguay, y por otro lado pueden aumentar la recaudación. Hay que sacarse de la cabeza eso de que para aumentar la recaudación hay que subir impuestos.