Perera: “Uruguay debe ser un país de servicios, pero nos negamos a sentarnos a ver qué era el TISA”

CARLOS PERERA, PRESIDENTE DE LA CÁMARA NACIONAL DE COMERCIO Y SERVICIOS


“El consumidor uruguayo creció y cambió desde la crisis del 2002 para no volver atrás nunca más”, así define el presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios, Carlos Perera, a los cambios que tuvo el comercio interno en los últimos años. Una cámara que contiene ramas de la economía que no son ajenas al avance de la tecnología y los desafíos que significa la sustitución de la mano de obra humana por la robotizada. Perera apuesta a que Uruguay pueda desarrollarse como país de servicios y pone su esperanza en la apertura comercial y la llegada de inversiones. Frente a los tiempos de desaceleración, es firme en su postura de que de estas situaciones se sale únicamente si trabajan en conjunto, empresarios, trabajadores y gobierno.

Por Adolfo Umpiérrez | @AdolfoUmpierrez

-¿Cómo ha cambiado el comercio interno en Uruguay en los últimos 20 años?

-No sé en los últimos 20 años, pero de la crisis del 2002 para acá el uruguayo creció y cambió para no volver atrás. No veo un Uruguay con números como los de la crisis. En los volúmenes de exportación, en los números del PIB, Uruguay cambió en 10, 11 años de bonanza en los que creció la economía, crecieron los salarios, las inversiones; todo el mundo sabe que no solo fue un tema interno, sino que hubo mucha ayuda del exterior, de las políticas globales que llevaron a que subieran los commodities, los precios de lo que exportamos. Creo que el Uruguay cambió y funcionó muy bien en los últimos 10 años, lo que no quiere decir que en este momento no estemos viviendo un estancamiento.

-Desde la cámara se ha asegurado que parte de la inflación viene a raíz de los incrementos salariales. Sin embargo, en este momento se está dando una situación bastante especial: los salarios se estancan y la inflación no cede. ¿Qué ocurre en este caso?

-Creo que tomaron solo una parte de lo que nosotros consideramos que es el tema de la inversión y el costo en Uruguay. Partamos de la base del déficit fiscal que tenemos: estamos hablando de un déficit, de US$ 2.000 mil millones anuales. En cambio, Uruguay se salvó de la peor crisis económica de los últimos 100 años con un préstamo de 1.500 millones. La cifra es muy grande.

En épocas de bonanza gastamos mucho, se controló la inflación… Uruguay es un país que está acostumbrado a vivir con inflaciones altas, aunque en estos últimos años se moderó. No es un gran disparate una inflación del 11%, el tema son las barreras psicológicas, como las del 10% o las del 12% para el ajuste salarial semestral. El salario real creció, en los últimos 12 años, al ritmo que creció la economía; es lógico que ahora, al estancarse la economía, también se estanque el salario, y ya estamos teniendo pérdidas de puestos de trabajo. Ese es un síntoma que es muy claro.

Hay quienes dicen que los salarios no influyen en la inflación y se pueden ajustar un poco más, pero no, ya estamos teniendo pérdida de masa salarial; hay 35.000 puestos menos en el último año. Nosotros vemos que no solo ataca la inflación el tema salarial, ataca la inflación  lo que es el déficit fiscal, y también a la inversión. Uruguay ha gastado más de lo que ha ganado, y eso genera inflación. También genera inflación la suba del tipo de cambio que hubo, que en último año ha crecido enormemente. Y si bien se ha estancado en el último tiempo, tuvimos una suba del 30% en el tipo de cambio; eso genera inflación.

Nosotros pensamos que en las pautas salariales se debería dejar de lado el pensar en el crecimiento del salario real, inclusive dejar un poco de pérdida del salario real, porque si no, para la economía puede ser negativo.

«Estamos hablando de un déficit, de 2000 mil millones de dólares anuales, cuando Uruguay se salvó la peor crisis económica de los últimos 100 años con un préstamo de 1500»

-Y también impacta en la inflación los costos de producción.

-Claro que sí. Allí hay un tema de competitividad, y ahí sí que pega el tema salarial. Pero hay un tema que está de moda, con el que hay que tener cuidado y enfocarse muy bien, y con el cual desde hace dos años la Cámara de Comercio viene insistiendo y hoy parece que tomó estado público: la automatización y la robotización.

Hay quienes opinan, como el BID, que se van a perder el 50% de los puestos de trabajo en los próximos 12 años, y por ejemplo Piñeda opina que hasta el 70% de los puestos laborales se pueden perder en ese tiempo. Todo este adelanto informático y tecnológico que hubo en los últimos 30 años, no le ata los zapatos a la que se viene. Vamos a tener que acostumbrarnos a los cambios, que van a ser muy grandes y van a obligar a hacer un clic mental.

Si te pones a pensar que el robot puede trabajar 12 horas por día de domingo a domingo, que no hacen paro, no descansan para comer, entonces el trabajo es más eficiente y se puede triplicar la producción. Pero sin gente que compre, porque el robot no consume, ¿qué vamos a hacer con la producción si la gente no tiene plata porque no tiene trabajo? Pero ese no es el final de la película… El final es una suerte de meta humana preciosa en la que los trabajadores tendrán que trabajar un día a la semana y tendrán que cobrar el doble de lo que ganan hoy. Esa diferencia sale de la producción que va a haber, y se necesitará vender y quien la compre.

Bajo alguna figura se tendrá que armar algo para que las empresas y el Estado vean cómo van a pagar para que la gente pueda consumir. Este es un tema muy fuerte que se viene en los próximos 10 años.perera2

-¿Cómo está Uruguay en ese sentido?

-Uruguay es ideal para todo este tipo de cosas porque es un país de servicios. El problema es que nosotros le estamos dando la espalda, y lo mismo hace toda América Latina. Nosotros ya empezamos a sufrir. Mirá Uber. ¿Qué mejor para Uber que los taxis le paren 24 horas? No es esa la forma de protesta.

Vamos a tener que cambiar, inclusive la forma de protestar. Hoy en día vas al médico y ya no está más la enfermera que me recibía la orden, me anuncio por una computadora que está instalada afuera. Los ómnibus ya no tienen más guarda, los bancos se están quejando por el avance informático. En Japón hay tres empresas grandes que están atendidas 100% por robots.

Suiza hoy está estudiando que el empleado toque un botón a las ocho y vuelva a las cuatro de la tarde a apagar la máquina. Pero a su vez, están viendo la posibilidad de que los trabajadores no vayan al trabajo, sino que se queden en la casa, con la exigencia de que haga ejercicio por lo menos una hora por día y que amplíe sus conocimientos acreditados con estudio a distancia desde su hogar. Entonces ahí el impacto también es ambiental, porque no se usa transporte para ir a trabajar. Y después el sueldo le llega por correo.

Y nosotros mientras tanto le dijimos que no al TISA, que es un Tratado de Libre Comercio sobre servicios, y nos negamos a sentarnos a ver de qué se trataba. China, que es como tocar el cielo con las manos, nos está pidiendo un Tratado de Libre Comercio y acá ya le están diciendo que no. Ahora estamos a punto de firmar con Chile y cierta interna del Frente Amplio dice que no porque hay relación con Estados Unidos.

-¿Cómo va a impactar en el sector comercial este ajuste fiscal?

-Fue algo que no llamó la atención, sino que lo estábamos esperando. Nosotros anunciamos antes de que se votara el presupuesto anterior que esto iba a traer más inflación y más endeudamiento y, por consiguiente, más impuestos. Fue hecho a destiempo, debió hacerse antes, lo hubieran puesto en el presupuesto. Las premisas ya estaban, porque Brasil caía a más del 2% y ya calculaban que Uruguay iba a caer a menos del 1%, así que creemos que no solo fue a destiempo, sino que no va a ser suficiente. La herramienta que le queda al gobierno para poder sortear este tema es la inversión. Habrá que ver qué suerte tenemos.

«Nosotros anunciamos antes de que se votara el presupuesto anterior, que esto iba a traer más inflación y más endeudamiento y por consiguiente más impuestos»

Esto va a empezar el 1º de enero de 2017, y lo primero es que todo lo que a vos te cobran se traslada a los precios, entonces puede generar un poquito más de inflación. Por otro lado, está el tema psicológico y los motivos por los cuales se hacen: si yo iba a cambiar de auto, o iba a cambiar de tele, ahora voy a pensarlo tres veces antes de hacerlo, porque no me están diciendo que las cosas vienen bien. No pongas en duda que va a impactar, aunque no sabemos cuánto.

-¿El cambio de gobierno en Argentina es una buena noticia para el turismo uruguayo?

-Creo que es una buena noticia en todo sentido. Primero, yo no creo que las soluciones aparezcan muy rápido en Argentina, sino que para que todo funcione bien habrá que esperar. Pero que corrijan la economía es bien importante. No es fácil corregir años de subsidios y de populismo y de todas las cosas locas que hizo el kirchnerismo, es muy duro, los aumentos son muy altos; pero había que hacerlo. La duda está en si había que hacerlo en seis meses o en dos años. Hay impactos que son muy duros. Voy mucho a Argentina y se escucha que, si bien los ajustes son grandes, había que hacerlos, no quedaba otra.

Por otro lado, a Uruguay todo eso le cayó esperanzador, más allá que nosotros pensamos que se iban a abrir todas las puertas de inmediato. En realidad todo va muy lento, lo que no quiere decir que no se haya abierto ninguna puerta. Se ha recuperado el movimiento portuario, y las subas que hubo en Argentina van a impactar en el turismo. Uruguay pasa a ser barato al lado de Argentina, entonces en el turismo eso va a impactar a favor. Si Argentina mejora a Uruguay le viene fenómeno, en el ámbito que sea. Si los vecinos andan bien, nosotros andamos bárbaro.

-Sin embargo, una postura sería que es conveniente que Argentina continúe siendo inhóspito, y de esa forma las inversiones se desvíen hacia Uruguay.

-Esa es una mirada que no comparto. Todos tienen que competir sin jugar con la desgracia del vecino. Lo ideal es ser buenos competidores y poder enfrentarnos. Al kirchnerismo le debemos que los uruguayos aprendieran a cultivar… si no fuera por el gobierno de los Kirchner, no estaríamos exportando la soja que exportamos. Nos hicieron cierta reforma agraria gracias a las necedades de ese gobierno. Pero prefiero que Argentina ande volando y así a todos nos va a ir bien.

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-Esta desaceleración que estamos viviendo en Uruguay, ¿cómo se puede mitigar desde el sector privado?

-Para tratar de revertirla tenemos que jugar todas las partes. Que no pase lo del 2002, cuando la desocupación de más del 20% fue 0% en el Estado y 100% en el sector privado. Todo recae sobre el sector privado y no es así. Acá todo el mundo le tiene que poner el hombro: los privados, los públicos y los trabajadores. Frente a esta luz amarilla todos tenemos que colaborar para sortearla, no es cosa de un solo sector. El Estado tendrá que reacomodar el gasto, arreglar el déficit, no tomar más gente. Tuvimos 60 mil empleados públicos nuevos en los últimos 12 años, y los privados ya tenemos 35 mil menos en un año. Entonces, creo que cuando nos ajustamos los pantalones, al único se le ajusta es a los privados.

-¿Por dónde debe venir el apoyo del gobierno? Porque menos impuestos o rebaja en las tarifas significaría empeorar las cuentas públicas, y es lo que nadie quiere.

-Flexibilización laboral para que vengan las empresas y se instalen, reglas de juego claras y mantenidas. Nosotros consideramos que este ajuste fiscal es un cambio en las reglas de juego que no se debería dar. La competitividad juega muchísimo ahí. El Estado va a tener que ponerse los pantalones largos y tratar de corregir las malas administraciones que ha hecho. Hay mucho por corregir.

El uruguayo no tiene conciencia en cuanto a los impuestos, porque la gente que los paga no ve el retorno. Nosotros no tenemos retornos. Hace un rato hablábamos de los países europeos… En Dinamarca se paga el 55% de impuestos y me enojo si mi mujer lo elude, porque tenés todo el retorno, las mejores calles, los mejores hospitales, la mejor enseñanza pública, seguro de empleo permanente, entre otras cosas. ¿Y acá? Acá tenemos la peor enseñanza desde que tengo conciencia, y ni que hablar en seguridad, en salud… Vamos para atrás. Países como Ecuador o Perú, que eran un desastre frente a nosotros, ahora son un ejemplo para América Latina. En cambio nosotros tiramos a un basurero todo lo que pagamos de impuestos.

«El consumidor es el tirano que compara Uber con Taxi y decide que se va a ir en Uber, sin necesidad que alguien le explique que uno paga o no BPS»

-¿Cuál es el Uruguay que se viene?

-Yo creo que vamos a seguir estancados o cayendo este año y quizá parte del 2017. Pero si hay cosas que se hacen bien -como los proyectos de infraestructura-, se consiguen los financiamientos, mejora Argentina, levanta un poco Brasil, si entramos en tratados para poder vender -porque Uruguay solo puede crecer hacia afuera porque no hay escala-, podemos salir adelante.

El ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre, dice que le podemos dar de comer a 40 millones de personas, entonces tenemos que explotar esas cosas. Tenemos que educar en el tema servicios, porque es lo que se viene. No se ha inventado el trabajo en el cual se van a ocupar los niños que hoy tienen 10 años. Para nosotros es esperanzador que haya cambios en la medida que todos nos pongamos de acuerdo, nos dejemos de politiquería e ideologías. Una cosa son las ideologías presentes, otras son las antiguas. Yo veo que acá, con todo el maniobrar, estamos en el año 60. ¿Por qué no producir el doble y después negociamos con el patrón?

Creo que vamos a tener que llegar a cosas de ese tipo y ponernos de acuerdo. De esa manera el futuro es esperanzador por el lado de los servicios. Uruguay es un excelente país de servicios por la ubicación, la tecnología, las comunicaciones, el aeropuerto. Lo único que necesitamos mejorar son las carreteras.

La frase que resume el Siglo XXI, es “la tiranía del consumidor”. El consumidor es el tirano que compara Uber con el taxiy decide que se va a ir en Uber sin necesidad que alguien le explique que uno paga o no BPS. El consumidor compara el servicio, y es allí donde tenés que mejorar. Nadie tiene cautivo un cliente, la competencia es permanente. Es la manera de elevar el servicio, y si te dormís, te pasó la ola.