Jorge Caumont, economista y master of arts en Economía
En entrevista con CRÓNICAS, Caumont dijo que “es muy difícil” estimar variables para los próximos cinco años en las condiciones de incertidumbre actuales, en referencia a las estimaciones que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) incluyó en el presupuesto. A su vez, el economista no se mostró optimista en cuanto a que la economía crezca al 2,4% anual en este quinquenio y se manifestó a favor de atraer inversiones al país sin exonerar impuestos. Por otro lado, destacó que será complejo alcanzar la meta del déficit fiscal dispuesta por el MEF para el 2029, dada la “rigidez” de las demandas por gastos.
-¿Qué valoraciones hace de las proyecciones macroeconómicas presentadas en la Ley de Presupuesto?
-La administración que asumió en marzo presentó el proyecto de Ley de Presupuesto Quinquenal que aspira a desarrollar durante su gestión y lo ha acompañado de estimaciones sobre el comportamiento anual de las principales variables macroeconómicas desde 2025 hasta marzo de 2029. Se advierte en la presentación que el contexto internacional es de incertidumbre por las tensiones geopolíticas mundiales y por las restricciones arancelarias por la nueva política comercial de Estados Unidos que, obviamente, afectan las perspectivas de crecimiento mundial. Además, se indicó que el objetivo de crecimiento es con el aumento de la tasa de inversión y con el aumento del consumo, para lo cual son necesarios incrementos en el salario real que sean compatibles con el marco inflacionario y la creación de empleos. Para lograr esos objetivos, se indicó que se mantendrá la política monetaria actual y el objetivo de inflación de 4,5%, el cual podría, incluso, ser reducido. Con esos objetivos y políticas, por otro lado, se estiman algunas variables macroeconómicas sobre tres de las cuales me parece interesante opinar, sin antes decir que es muy difícil estimar variables para dentro de cinco años en las condiciones de incertidumbre actuales. Una de esas observaciones es sobre la incidencia esperada de la inversión en el Producto Interno Bruto (PIB) que pasaría, según mis estimaciones a partir de las proyecciones que se hacen, al 17% al final del período, lo que no parece un impulso importante al crecimiento cuando se compara con la incidencia actual de la inversión y se considera que en esa inversión está la de reposición de depreciación. No se debería, entonces, esperar una contribución mayor a la recaudación fiscal como se anticipa que ocurriría con mayor inversión. Otra duda que me surge es sobre la relación que se espera entre la evolución del salario y la del tipo de cambio, que marcaría una nueva reducción del tipo de cambio real medido de esa forma, que ya muestra que los salarios en los últimos años han subido notablemente más que el tipo de cambio, no menos de 42% en cinco años. Respecto al aumento del empleo, que se estima para el final del período que llevaría al desempleo a la mitad de los 130.000 actuales, se trata de una tasa nunca vista, a pesar del aumento de salario real y el menor tipo de cambio medido en términos de salario, lo que podría llevar a sustituir mano de obra.
-Oddone, en entrevista con El País, reconoció que eran proyecciones optimistas, pero no inalcanzables. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
-Creo que sí, que son optimistas como cualquier otra proyección que se haga por cualquier economista para un lapso tan prolongado y además en condiciones de tanta incertidumbre. La macroeconómica es una situación de corto plazo, por lo que, cuando nos referimos a ella, no nos estamos refiriendo a algo que no puede cambiar rápidamente en sus supuestos. Estos se ajustan permanentemente porque hay alteraciones frecuentes de los factores que determinan una situación macroeconómica, tanto los factores del exterior como los locales. Tras esto, diría que toda proyección de cinco años de este tipo es optimista y solo el que las realiza, sea quien sea, puede asegurar que no son inalcanzables. Recordemos además que buena parte de las proyecciones se deben estar basando en el resultado de la aprobación total de la Ley de Presupuesto, al menos en la parte fiscal.
-En condiciones similares a las que tendrá este quinquenio, Uruguay creció en el entorno del 1% promedio anual. ¿Cuál cree que es el argumento para pensar que para este período el crecimiento será de 2,4% como plantea el MEF?
-No se pueden señalar como similares las condiciones que tendrá este quinquenio con lo ocurrido, por ejemplo, desde 2020, ya que se atravesaron hasta hace poco más de un año situaciones inesperadas, exógenas, que nada tuvieron que ver con el programa de la conducción económica del momento y que provocaron el resultado que se menciona. La pandemia, la recuperación de la pandemia, la guerra entre Ucrania y Rusia y sus efectos sobre los precios mundiales y específicamente del petróleo, la sequía, la situación económica de Argentina y otras situaciones se deben recordar y tener en cuenta, por lo que no creo que en este quinquenio se enfrenten condiciones similares. En cuanto al crecimiento del PIB proyectado, creo sí que es difícil que se crezca al 2,4% anual durante cinco años. Es, como se reconoce por la propia conducción económica, una proyección optimista.
-El MEF pone el acento en la necesidad de atraer inversiones para apuntalar el crecimiento y plantea que el ratio de inversión sobre el PIB deberá aumentar aproximadamente cuatro puntos. ¿Cree esto posible?
-Yo también creo que es necesario atraer inversiones para apuntalar el crecimiento. Pero me adelanto a mencionar que soy partidario de la atracción de inversiones no exonerando impuestos que luego debe pagar el resto de la población no inversora, sino consumidora y trabajadora. Hoy las inversiones se realizan prácticamente si existen exoneraciones tributarias y con el fin de recuperar lo que se deprecia. Las exoneraciones para inversiones permiten compras locales e importaciones no solo de maquinaria y equipo, sino también de otros activos innecesarios y hacer obras innecesarias. En relación con los cuatro puntos del PIB necesarios para incrementar la producción, eso no se refleja en las proyecciones de cinco años que se presentaron por la conducción económica. No creo que sea posible crecer más si las inversiones no crecen como se dice que debe ocurrir, pero no se proyectan en el programa. Por otro lado, creo que una economía con menos déficit fiscal y otras características del mercado laboral, además de tipos de cambio que sean relativamente consistentes con el comportamiento inflacionario y de los salarios, sería más atractiva para la inversión.
-¿Qué opinión le merecen las modificaciones impositivas introducidas en el presupuesto?
-No conozco las características de la aplicación de los nuevos gravámenes si es que existen, ni la de lo que permite que Uruguay pueda hacer a partir de recaudar parte o todo el Impuesto Mínimo Global, que grava con un impuesto del 15% a las empresas multinacionales con facturaciones anuales superiores a 750 millones de euros. Por el momento, hasta que no se entre en una verdadera discusión del tema y se expongan las formas de la tributación y de su aplicación, y no solamente se manejen ideas, no me gusta opinar. Lo único que podría tener claro hoy es la discriminación que se hace con los importadores de bienes por las que pagan innecesarios tributos y tienen innecesarios costos para importar, para vender internamente. Estos no se reflejan en el tratamiento que se hace sobre las compras que, con ciertos límites en montos, se realizan directamente por consumidores a plataformas de ventas del exterior.
-¿Qué opina de la trayectoria del déficit estimada en el presupuesto?
-Es una trayectoria hecha en base a proyecciones y supuestos sobre el comportamiento de otras variables macroeconómicas y su repercusión sobre los ingresos tributarios y el gasto público. En consecuencia, debo decir que el déficit que pasaría de 4,1% del PIB a 2,6% en 2029, sería en primer lugar una muy buena noticia. Pero creo que será difícil, dada la rigidez de las demandas por gastos y el rechazo a impuestos, que se pueda lograr, lo que dependerá de una conducción muy firme de las autoridades económicas y fundamentalmente de que se cumplan los supuestos sobre recaudación y gastos. Debo señalar que es muy temprano para poder opinar sobre la trayectoria del déficit cuando aún no se tienen aprobaciones tanto de gastos como de impuestos que formen parte de la Ley de Presupuesto que se apruebe.
-¿Qué tan ligada está esa estimación a que se concrete el incremento de la recaudación proyectada?
-Está muy ligada la trayectoria del déficit, como lo estiman quienes formularon la proyección y con los supuestos que emplearon, tanto sobre gastos como sobre los ingresos que resultarían tras la aprobación del proyecto de Ley de Presupuesto y sus efectos sobre el crecimiento económico. Siempre se depende de proyecciones que, si no se cumplen, hay una forma de mantener el gasto y financiar lo que falte de ingresos con crédito local o del exterior.
“No me cabe duda de que se puede mejorar la eficiencia del gasto público”
-¿Aún queda margen para mejorar la eficiencia del gasto público? ¿Cree que esto se contempló en la elaboración del presupuesto?
-No me cabe duda de que se puede mejorar la eficiencia del gasto público. Todos conocemos ineficiencias, algunos de adentro de la administración y otros de afuera, que existen duplicaciones de requisitos y otros que son innecesarios. Hay muchas actividades oficiales que implican gastos y efectos sobre la situación macroeconómica del país, porque obligan a más impuestos, que se deben más que a la política fiscal en su sentido macroeconómico, a un objetivo diferente. Pienso que esto se contempló a la hora de elaborar el presupuesto, pues se ha comunicado a la población que se estaba trabajando a nivel microeconómico para eliminar restricciones innecesarias.