¿Cuáles son las razones de la brecha salarial entre hombres y mujeres?

La realidad de la diferencia en el mercado laboral

La brecha salarial entre hombre y mujeres, una antigua discusión que resurge con el actual Premio Nobel de Economía de Claudia Goldin, encuentra sus explicaciones, principalmente, en los condicionantes que los hijos imponen al desempeño laboral y a cuestiones culturales. Así lo explicaron las economistas Andreína Moreira, del Instituto Cuesta Duarte, y Deborah Eilender, del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), que además coincidieron en que la búsqueda de flexibilidad laboral juega un papel importante.

El reciente Premio Nobel de Economía obtenido por la estadounidense Claudia Goldin, que el pasado 7 de octubre la Real Academia de Ciencias de Suecia le otorgó gracias a su investigación sobre la situación de las mujeres en el mercado laboral, arroja diversas conclusiones sobre un tema que ha carecido de respuestas a lo largo de la historia.

Goldin, doctora en Economía y profesora de la Universidad de Harvard, tras indagar cuantiosos archivos y recopilar más de 200 años de datos de Estados Unidos, llegó a la conclusión, con métodos innovadores y con un enfoque económico, de que son varios los factores que han influido históricamente en la oferta y la demanda de la mano de obra femenina.

Entre los principales factores influyentes, la galardonada académica apunta a las oportunidades de las mujeres para combinar trabajo remunerado y familia, las decisiones relativas a la educación y crianza de sus hijos, las leyes y normas del mercado laboral y la estructural transformación de la economía.

Por tanto, este trabajo donde se indaga sobre la infrarrepresentación femenina y los menores salarios de las trabajadoras en el mercado laboral, sirve como puntapié para comenzar a mirar puertas adentro del país y problematizar este asunto que se encuentra en la palestra pública.

Un acercamiento a la brecha

Al entender de Andreína Moreira, para construir una brecha salarial “hay que tener claro de qué puestos se está hablando”, dado que no es lo mismo comparar puestos de trabajo que están en “distintas especificidades” en relación de los factores que uno analiza a la hora de caracterizar ese puesto laboral.

En general, las mujeres son “retaceadas” en su autonomía para decidir y los varones tienen “mayor libertad”, fundamentada en un reconocimiento que es “cultural y subjetivo”. 

Para que una mujer pueda ejercer un liderazgo tiene “más trabas” en los puestos de trabajo, es un liderazgo que siempre está en disputa y está cuestionado. 

“Sin embargo, los varones tienen un ejercicio del liderazgo que lo hacen con un poco más de libertad, salvo que hablemos de las maestras en la educación y las enfermeras en la salud, porque todo el mundo percibe que la ocupación de esas mujeres en su lugar de trabajo, es naturalmente asumido”, resumió Moreira.

En este sentido, agregó que ello lleva a que esos reconocimientos y esa responsabilidad frente a la tarea de cuidados, sea “muy difícil” de diagnosticar a la hora de asignar una franja salarial.

Sobre esto, Moreira resaltó que, si se diagnostican las brechas y no se hacen planes de acción para cerrarlas, “esto sigue siendo un saludo a la bandera y se sigue monitoreando el porcentaje de cuán abajo están las mujeres”.

¿Dónde se manifiestan estos aspectos?

La brecha entre hombres y mujeres se ensancha, incluso en el mismo puesto de trabajo, una vez que las mujeres tienen hijos, señaló Deborah Eilender, economista del CED.

“Previo al primer hijo sí hay una brecha, pero es prácticamente insignificante, y la diferencia se empieza a notar y empieza a ser significativa una vez que nacen los hijos, cuando la mujer pasa a ocupar más tiempo en tareas del hogar y se aboca en el cuidado del hijo, y se busca una mayor flexibilidad laboral”, explicó Eilender.

Entonces, la brecha existe dado que se “penaliza” la búsqueda de flexibilidad laboral y no se trata de que se “pague más o menos por ser hombre o por ser mujer”, sino que es “una cuestión de cuánto tiempo se le dedica al cuidado del hogar y la crianza de los hijos”. 

“Mientras más tiempo se le dediquen a estas tareas, por lo general se tiende a buscar mayor flexibilidad laboral para poder compatibilizar ambos roles, y mientras más flexibilidad se busca, menor es el ingreso y más crece la brecha”, concluyó la economista del CED.


Apreciaciones de esta realidad en Uruguay

Según un estudio realizado por el Banco Mundial sobre la realidad de esta problemática, en Uruguay solo la mitad de las mujeres participa en el mercado laboral y gana un 31% menos que los hombres por desempeñar la misma tarea.

En el mismo se agrega que la desigualdad entre las mujeres y los hombres estaría costándole al país un 13% del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, lo que induce a pensar que Uruguay podría producir US$ 2.100 más por persona si la participación de las mujeres fuera equitativa a la de los hombres.

A su vez, las mujeres son dueñas tan solo del 12% de las empresas y ocupan el 11% de los cargos directivos.

En lo que respecta a la maternidad, las madres se encuentran en una situación de desventaja, dado que 10 años después de haber tenido su primer hijo, su salario es un 42% menos que otras mujeres sin hijos, según un estudio de ONU Mujeres.