Economía “cara” y abaratamiento de países vecinos posicionan al comercio en una situación “desventajosa”

Julio César Lestido, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay (CCSU)

Los rezagos de la pandemia, un contexto internacional turbulento —que impulsa al alza los niveles inflacionarios— y una relación de precios desfavorable con Argentina y Brasil, son algunos de los desafíos que identifica en el sector Lestido, en su segundo período como jerarca de la CCSU. En conversación con CRÓNICAS, el ejecutivo habló sobre esta nueva etapa y se refirió a las perspectivas para el rubro de cara a lo que resta de este año.

Por Naara Pérez Carrere | @NaaraPerez3

-¿Qué lo motivó a asumir la presidencia de la CCSU? 

-Mi vinculación con la Cámara es de larga data, siempre busqué mantenerme cercano y participar en los espacios que brinda como institución. En el anterior período como presidente (2017-2021), se vio como necesario impulsar cambios de relevancia a nivel de la imagen y estructura; ese proceso continuó en la gestión de Sapelli, quien lo catapultó de forma exponencial, por lo tanto, hoy tomo la posta de una política que seguirá una consistencia en esta nueva etapa.

Lo principal es poder cumplir con la misión de la Cámara en lo referido a la defensa del sector empresarial para permitir e incentivar su fluido desempeño, y esa es una de las grandes motivaciones. Muchas de las decisiones que se toman en el día a día son respaldadas por ámbitos donde es necesario el trabajo en equipo, se requiere articular el diálogo a nivel interno y, sobre todo, un sentido de pertenencia muy hondo basado en los principios y valores fundacionales.

-¿Cuáles son, al día de hoy, los principales desafíos en materia de comercio y servicios en Uruguay? 

-Muchos de los desafíos a enfrentar están relacionados al momento coyuntural del país, como alcanzar acuerdos para una necesaria reforma de la seguridad social; continuar avanzando en lograr tarifas públicas competitivas; la incorporación de tecnología para mejorar los procesos de producción capacitando a la fuerza trabajadora para que pueda adaptarse rápidamente a esta nueva realidad; y disminuir las trabas burocráticas a nivel de trámites, registros y habilitaciones engorrosas que deben enfrentar las empresas en el día a día. Este último punto tenemos la intención de colocarlo como prioridad en la gestión, ya que significa una barrera clave para el desarrollo de negocios e inversiones. Es importante destacar que, si bien en los últimos tiempos hemos logrado algunos avances en esta materia, especialmente en el trabajo conjunto que venimos desarrollando con el Ministerio de Economía y Finanzas, por ejemplo, aún resta mucho por hacer. 

No quedan dudas de que otro de los grandes desafíos que enfrenta el sector refiere al informalismo y a la competencia desleal que sufren las empresas privadas formales, especialmente en estos momentos, donde la relación de precios con nuestros vecinos nos posiciona en una situación muy desventajosa, es decir, nuestra economía está especialmente cara o, visto de otra forma, tanto Argentina como Brasil se han abaratado mucho en relación a nuestro mercado en bienes y servicios. 

-¿Qué diferencias identifica entre el Uruguay del 2017 (cuando asumió su anterior presidencia) y el Uruguay de hoy? 

-En los últimos años, Uruguay y el mundo han transitado múltiples cambios en diversos aspectos: políticos, económicos, culturales, sociales. El mayor quiebre fue a causa del covid-19 y las restricciones sanitarias necesarias para combatir esta enfermedad y así resguardar la salud de las personas. También se dio una gran caída en la actividad económica del país y del mundo, situación de la que nos vamos recuperando. 

El 2017 fue el último año en el que Uruguay presentó crecimiento económico, mientras que en los subsiguientes años la economía se mantuvo relativamente estancada hasta la llegada de la pandemia mundial por covid-19. Luego, hacia el 2021 se presentó nuevamente un escenario de reactivación en los niveles de actividad, aunque claramente mucho de ello es explicado por una muy baja comparación en 2020. 

Hoy la coyuntura posiciona al país con desafíos completamente diferentes a los enfrentados durante un 2017 caracterizado por el crecimiento. Actualmente nos enfrentamos a una presión inflacionaria externa, riesgos a nivel económico en una de las potencias mundiales como lo es Estados Unidos y los posibles efectos que esto pueda conllevar al valor del dólar y la competitividad de los países mayormente exportadores de commodities

Estos acontecimientos externos, a su vez, tienen un impacto directo sobre nuestra economía; en particular a nivel sectorial, las empresas de comercio y servicios, si bien se mantienen atravesando aún un proceso de recuperación de su actividad respecto a los períodos previos, este proceso se ha enlentecido especialmente como consecuencia de mayores presiones inflacionarias, menor poder de compra de las familias, un mercado de trabajo que presenta una tasa de desempleo relativamente al alza, junto con expectativas por parte de los consumidores más cautas. 

-¿Cómo ve los niveles de inflación en el país? 

-No quedan dudas de que hoy Uruguay está atravesando un momento de importantes presiones inflacionarias, lo que posiciona a los niveles de inflación por encima del 9%; esto ya lo venimos sufriendo desde el mes de marzo de este año. En concreto, el último dato que refiere al mes de julio alcanza el 9,6%, y en este caso son registros de inflación anual no observados desde el año 2020. 

Muchas de las presiones inflacionarias provienen del contexto externo: desarrollo del conflicto Rusia-Ucrania, precios de los commodities a nivel global con tendencia al alza, precios de la energía, desequilibrios en la región y su impacto en la volatilidad en el tipo de cambio. 

Sin embargo, desde el punto de vista de funcionamiento de nuestra economía también hay mucho por trabajar, en particular, el papel de la política monetaria, que hoy está dando claras señales de buscar contener esta suba de precios a través de incrementos sucesivos de la tasa de interés, pero la política fiscal y la política salarial también son determinantes al momento de poner como foco lograr niveles inflacionarios por debajo del 6% en el mediano plazo. 

De todas formas, también hay otras acciones que pueden tener un rol clave para atacar a la hora de formar precios en nuestro mercado interno, y allí nuevamente volvemos al funcionamiento de la microeconomía, es decir, todas aquellas cargas burocráticas, tributarias, trámites, exigencias, controles y normativas que enfrentan las empresas a la hora de desarrollar su actividad y que se transforman en una carga de costos excesiva que necesariamente luego es volcada a la formación de precios al consumidor.


Perspectivas de enfriamiento del consumo

-¿Qué expectativas maneja el sector para el segundo semestre del año? 

-Los niveles de actividad durante el primer trimestre del 2022 registraron un nuevo incremento interanual del orden de 8,3%, impulsado tanto por el crecimiento del consumo privado puntualmente en servicios, como por el buen desempeño de las exportaciones debido a la recuperación parcial de la actividad turística y un contexto internacional favorable para el sector agroexportador. 

De este modo, el nivel de actividad se ubicó 2,9% por encima del nivel del trimestre previo a la pandemia (último trimestre 2019). 

Sin embargo, de cara a los próximos meses, si bien se espera que las señales positivas en los indicadores de exportaciones se mantengan, es posible esperar ciertas señales de mayor debilidad en las expectativas de empleo e ingresos de las familias, lo cual llevaría a que la trayectoria del consumo privado y aquellos sectores de actividad vinculados al consumo local o regional, perciban cierto enfriamiento en su trayectoria de recuperación de cara al cierre del año 2022. 

A partir de estos resultados, es posible proyectar un crecimiento del PIB para el año cerrado 2022 de 5% y de 2,5% para 2023. En el caso del sector comercio, alojamiento y servicios de comida, las estimaciones previstas establecen un crecimiento del sector en el entorno del 3% tanto para el año 2022 como para el 2023. Recordemos que el sector había registrado una recuperación del 7% durante 2021 luego de caer 7,5% durante el 2020. Por lo tanto, no quedan dudas de que el espacio de recuperación económica respecto a momentos más complejos que nos dejó la pandemia se está agotando, y en este sentido el principal desafío que enfrentamos es, a partir de ahora, mantener nuestros niveles de crecimiento económico para los próximos años basados en nuevas inversiones y en mayores fuentes de trabajo, que permitan incrementar los niveles de bienestar de toda la sociedad.