Maciel: “Recibimos las cárceles con 2.000 presos durmiendo en el piso, sin rehabilitación y módulos deshechos”

Guillermo Maciel, subsecretario del Interior


El panorama con el que se encontraron las autoridades dentro de las cárceles al asumir el mandato fue muy complejo, según contó a CRÓNICAS el subsecretario del Interior. Presos que dormían en el piso y módulos vandalizados eran parte del paisaje. La situación de hacinamiento que existía persiste al día de hoy, para lo cual se están buscando soluciones, aseguró. En tanto, detalló la difícil realidad de la flota policial y recordó la impronta que dejó el exministro Jorge Larrañaga en la cartera.

A fines de agosto, el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, dio cuenta de que en la Cárcel Las Rosas, en el departamento de Maldonado, existía “una situación de hacinamiento”. Argumentó que allí permanecen casi 1.000 reclusos, cuando su capacidad es de 500. “Hace pocos meses que nosotros estamos frente a la cartera, pero vemos que hay un déficit nacional con respecto a las condiciones de reclusión, que lejos están de rehabilitar y reeducar”, opinó.

El viceministro Maciel fue consultado por CRÓNICAS sobre esta realidad, que se repite en varias prisiones del país, y fue enfático al respecto: “Recibimos las cárceles con 2.000 presos durmiendo en el piso, prácticamente sin rehabilitación y módulos carcelarios deshechos”. A esto se le suma que la cárcel de Punta de Rieles, que se hizo bajo el régimen de PPP (Participación Público Privada), fue construida “con mínima seguridad” y “contrariando” la tendencia mundial de hacer centros pequeños, de hasta 500-600 reclusos, pues tiene unas 2.000 plazas.

El jerarca explicó que la pandemia demandó muchísimos recursos del Estado, lo que generó un obstáculo para poder contar con más fondos para el sistema penitenciario, aunque tiene las expectativas puestas en la construcción de tres nuevos módulos carcelarios en el predio del Penal de Libertad. También se crearán tres cárceles para sustituir las de los departamentos de Artigas, Tacuarembó y Treinta y Tres, que están ubicadas en pleno centro de sus respectivas capitales. Agregó que eso va a dar oxígeno y permitirá que los internos vivan en mejores condiciones, ya que “con hacinamiento y sin convivencia es imposible la rehabilitación”.

En materia carcelaria la situación es diversa; hay prisiones “modelo” que funcionan muy bien, pero otras están “muy hacinadas”. El mejor ejemplo, de acuerdo con el subsecretario, es el Comcar, donde hay cerca de 4.000 personas privadas de libertad. El establecimiento está dividido en dos: en la primera mitad hay 2.000 reclusos, prácticamente no hay hacinamiento, trabajan y están en un proceso de rehabilitación. Sin embargo, en la parte de atrás el panorama es “terrible”, con muchos “problemas de convivencia”, donde hay “venganzas por delitos, drogas y narcotráfico” y se encuentran las personas “cuya rehabilitación va a ser muy difícil”. De todas maneras, Maciel manifestó que el gobierno “no da a nadie por perdido”.

En la misma línea, añadió que uno de los principales retos que tiene el Ministerio por delante es profundizar el Plan Dignidad dentro de los centros penitenciarios. Para ello, la cartera incluyó un extenso articulado en la Rendición de Cuentas que ya fue aprobado por Diputados, y si el Senado también le da el visto bueno, será puesto en práctica. De esa forma, los presos podrán trabajar para empresas y aportar al BPS.

El problema de la flota

En los últimos meses, las autoridades del Ministerio del Interior han recorrido las distintas jefaturas de Policía del país, donde cada jefe hace una presentación del equipamiento, los funcionarios, los elementos que necesitan para mejorar y los datos de la evolución de los delitos de su departamento.

El reclamo que se repite en todos los casos tiene que ver con las condiciones en las que está la flota policial, ya sea porque no cuentan con los vehículos necesarios, como por la cantidad de reparaciones que los coches demandan, que se terminan “comiendo” el presupuesto de la jefatura.

En este sentido, Maciel expresó que “uno de los grandes desafíos” que “heredó” esta administración, fue “el estado de la flota”, dado que “más de la mitad es un desastre absoluto”. De hecho, dijo que la inmensa mayoría de los autos nunca fueron renovados, están en el entorno de los 300 mil kilómetros y viven parados en taller por las roturas.

“No son aptos para patrullar porque se compraron sin pensar en la función que iban a tener. Un patrullero es como un taxi, tiene que estar 24 horas circulando, con diferentes choferes, y debe tener la robustez suficiente como para no estar entrando permanentemente al taller”, subrayó. La cartera que dirige Heber ha comprado vehículos y lo seguirá haciendo, aunque eso “se lleva mucho dinero”, admitió el número dos del organismo.


El legado de Larrañaga y la continuidad de Heber

El subsecretario se refirió al legado del exministro fallecido Jorge Larrañaga, que implicó “empezar a poner la casa en orden, transmitirle a la policía la confianza y el respaldo que no tenían y haber interpretado a rajatabla la política impulsada por el presidente Luis Lacalle Pou”. Asimismo, destacó “la energía y dedicación” del exjerarca, que “en cierta medida le costó la vida en el Ministerio”.

“Acá hay una política de Estado del Poder Ejecutivo con elementos muy claros y es muy importante el contacto con los mandos policiales, que es permanente. Hay liderazgo político y también de los jerarcas policiales, que saben cuáles son las políticas de gobierno. Tenemos a todos los jefes y directores comprometidos”, remarcó Maciel.

En tanto, comentó que de un día para el otro, por la inesperada circunstancia del fallecimiento de Larrañaga, Heber “tuvo que cambiar el chip de algo que le apasiona, como el transporte, para lo cual se había preparado”, para volcarse a la seguridad.

Sobre el actual ministro, indicó que es una persona con una gran capacidad de trabajo y planificación, y talante positivo para encarar los problemas. “La cantidad de horas y dedicación en el Ministerio es fundamental. Algunos jerarcas policiales nos mencionan que antes eso no se sentía; el jefe daba una orden, pero no estaba. Hoy la mayoría está en el territorio, y esa es una señal muy fuerte para los otros funcionarios”, señaló.