Según experta, sólo la mitad de los estudiantes uruguayos alcanzan los desempeños mínimos esperados “para una plena inclusión social y ciudadana”

Resultados del Informe sobre el Estado de la Educación del Ineed y las pruebas PISA dejan importantes conclusiones

El Informe del Estado de la Educación, que es realizado cada dos años por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), fue publicado 1º de diciembre, días antes de que se diera a conocer también el Informe PISA (por sus siglas en inglés, Programme for International Student Assessment). Algunos de los datos más relevantes desprendidos de estos estudios incluyeron una caída en la asistencia y un aumento en la sensación de inseguridad en los centros educativos. Además, Uruguay es el octavo país del mundo en tasas de repetición a los 15 años, según PISA.

Ambos informes se publicaron en el correr de la última semana, y elucidaron una enorme cantidad de datos estadísticos en materia de educación. El Ineed es el instituto que tiene como propósito evaluar la calidad de la educación uruguaya, mientras que PISA es un estudio llevado a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que busca evaluar el rendimiento académico de alumnos de 15 años.

Pandemia e inasistencias

En lo que respecta a los niveles de asistencia, el informe del Ineed registró una caída. Así, mientras que en 2019 un 66,8% de los niños de entre cuatro y cinco años asistió al menos 140 días al año, en la actualidad el porcentaje es de 55,2%. En primaria también se constató un descenso, pasando de 88,7% en 2019 a 80,3% en 2022. Según Juan Lasida, presidente de la comisión directiva del organismo, “la asistencia es una de las dimensiones que tuvo dificultades porque hubo flexibilizaciones” debido a la pandemia, y “es una de las dimensiones que al sistema educativo le cuesta todavía retomar”.

Lasida expresó que aun así, “Uruguay logró sobrellevar muy bien la pandemia si se lo compara a otros países que han tenido descensos muy importantes en los aprendizajes”. Sobre esto, Laura Noboa, coordinadora del programa PISA, opinó que “ni PISA ni Aristas pueden hacer una conclusión sobre el impacto de la pandemia en el aprendizaje”, ya que “estos estudios no están preparados para medir ese impacto”.

Ponderó que “Uruguay está relativamente bien para los dos años de pandemia que tuvo”, aunque “también es cierto que los centros educativos cerraron menos días que en otros países”, y “el país agarró la crisis un poco mejor preparado gracias al Plan Ceibal”, pero eso, expresó, “es sólo una hipótesis”.

Por su parte, Natalia Leiva, miembro del Comité Ejecutivo de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), comentó que durante los períodos de virtualidad “se procedió a una flexibilización en torno a la asistencia”, lo que también generó “modificaciones del reglamento de evaluación y pasaje de grado”. Aun así, remarcó que las inasistencias tienen orígenes multifactoriales, como la falta de acceso a la vestimenta, al transporte, la “creciente tasa de alumnos que se dedican a tareas de cuidados”, inseguridad alimentaria, y más.

La docente expresó que “la crisis económica también impactó en las posibilidades materiales de los estudiantes de sostener los cursos”, y que la flexibilización en la evaluación no solo afectó a las exigencias académicas sino también al sostenimiento del vínculo con la institución. Agregó que “la asistencia no tiene otro objetivo que garantizar que la presencia del estudiante y del docente genera las condiciones para que se establezca un vínculo pedagógico”.

A nivel de cobertura, PISA constató un aumento, aunque con una disminución en el número total de estudiantes en las aulas. Para Noboa, “pandemia mediante sí es un avance que se mantuvieran las tasas de cobertura universales”.

Repetición y resultados académicos

En lo que respecta a las tasas de repetición, ambos estudios constataron una reducción en general. Aún así, el informe PISA ubicó a Uruguay en el octavo lugar en un total de 81 economías en la lista de mayores tasas de repetición, con un porcentaje de 28% para los alumnos de 15 años. Noboa expresó que hay estudios previos de la organización en el país que indican que los estudiantes que tienen al menos un año de rezago a sus 15 años tienen una probabilidad de apenas 6% de culminar la educación obligatoria. Además, observó que esos mismos estudiantes tienen “una diferencia de casi cien puntos de desempeño con respecto a los que no tienen rezago”.

En materia de resultados académicos, ambos informes constatan un cierto estancamiento. En el caso de las pruebas PISA, los resultados indican que hubo una caída de nueve puntos en matemática, que se mantuvo el nivel en lectura, y una mejora en las ciencias de diez puntos.

Noboa expresó que “en lo que concierne a la proporción de estudiantes que alcanzan las competencias mínimas todavía queda muchísimo por caminar”, ya que sólo entre el 40 y el 55% de los estudiantes alcanzan los desempeños mínimos esperados “para una plena inclusión social y ciudadana”.

Aun así, ponderó que Uruguay “tiene un desempeño acorde a su nivel de desarrollo humano” y “está en los primeros lugares en el escenario regional”, aunque entendiendo que el escenario latinoamericano es “de los que menor desempeño tiene”. Además, agregó que “hay una tendencia global al estancamiento o decaimiento”, ya que sólo entre el 5 y el 10% de los países aumentaron su desempeño”.

Para Leiva, el empeoramiento de ciertos parámetros para nuestro país está ligado a “recortes presupuestales” y “eliminación de equipos multidisciplinarios y horas de apoyo”. Por esto, expresó, “es fundamental que la educación tenga como piso el 6% para ANEP y Udelar y 1% para investigación y desarrollo”, lo cual permitiría la construcción de “la cantidad necesaria” de instituciones educativas para los estudiantes que hay. La docente expresó que, a pesar de la disminución de la matrícula, “las autoridades no aprovechan esto para mejorar el ratio de estudiantes por grupos”.

Segregación y desigualdades económicas

Otro aspecto a destacar de los datos que se desprenden del informe del Ineed es la creciente segregación entre grupos socioeconómicos a la hora de asistir a los centros educativos. Sobre esto, Lasida opinó que “la educación está segregada porque la ciudad lo está”, y que “esto es un problema”, porque “cuando no se mezclan los estudiantes se empobrecen los aprendizajes”.

Además, la prueba PISA constató que los resultados académicos de los estudiantes de situaciones más vulnerables fueron bastante más bajos que los de sus pares de mayor nivel socioeconómico. Según el informe, sólo un 23% de los alumnos del quintil más bajo alcanza las competencias mínimas, mientras que en el quintil más alto el porcentaje es de un 74%.

Esto es algo que es mayormente independiente del tipo de institución a la que asistan. En otras palabras, los resultados dependen más del poder adquisitivo de la familia de que si van a un liceo público o a uno privado. Noboa acotó que en el único caso en el que sí hay una diferencia es en el de las modalidades profesionales de las escuelas técnicas, donde los resultados sí son más descendidos.

Percepción de inseguridad

Un aspecto que denotó el estudio realizado por el Ineed fue un incremento en la percepción de inseguridad por parte de los alumnos en el centro educativo.

Por su parte, Leiva comentó que las situaciones de violencia “impactan todas las instancias donde los individuos se desarrollan”, y “los centros educativos no son la excepción”. “Como sindicato hace años que planteamos un abordaje integral, tanto de las problemáticas que se desarrollan en los liceos como en los entornos”, expresó. También postuló la idea de un “enfoque territorial”, en el que se trabaje con educadores sociales, clubes de jóvenes, policlínicas barriales. A su vez, destacó la estrecha relación entre las situaciones de violencia con la falta de atención en salud mental, que “es particularmente notorio en las periferias de la ciudad”.