Martínez: “A futuro me imagino que Montevideo sea efectiva en los servicios que brinda”

EDICIÓN EMPRESAS & NEGOCIOS Nº 100

Daniel Martínez, intendente de Montevideo


Con el desafío de que Montevideo se convierta en un modelo de sostenibilidad acompañado de la transformación cultural, la actual gestión definió una estrategia con visión de futuro.

¿Cómo imagina a Montevideo –o cómo le gustaría que fuera-, en general, en el mediano y largo plazo?

Desde el comienzo del período definimos nuestras líneas estratégicas según el programa que eligió mayoritariamente la ciudadanía, y la proyección de Montevideo no solo para los próximos 10 años, sino con la intención de extender la mirada más allá. Por esa razón, lo que estamos haciendo es en función de la visión del departamento que queremos en el futuro.

Es así que imagino una ciudad que sea creativa ante los desafíos, que elabore las políticas públicas interactuando en tiempo real con los montevideanos, con mucha cercanía con sus gobernantes para resolver los problemas cotidianos. Que tenga un sistema de tránsito inteligente que continúe haciendo bajar la siniestralidad, pero que también siga avanzando en el objetivo de hacerlo más fluido. Que sea efectiva en los servicios que le brinda a la ciudadanía, de calidad, que le ahorre tiempo a la gente. Que sea ambientalmente sostenible ante los retos del impacto del cambio climático.

Montevideo es una capital con una calidad medioambiental sustantiva con relación a otras, aunque tenemos el desafío de convertirla en un modelo de sostenibilidad, tanto en los espacios públicos como en sus cursos de agua. Estos cambios tienen que acompañarse de la transformación cultural que revalorice el espacio de interacción pública como un lugar de responsabilidad colectiva.

El departamento se encuentra en obras, algunas son grandes emprendimientos de vialidad, otras de espacios públicos y culturales o de logística –como la Unidad Alimentaria-. Es así que me imagino una ciudad moderna, con capacidad para cuidar sus infraestructuras y readaptarlas a las nuevas necesidades. A su vez, que tenga 100% de saneamiento –ya estamos cerca- y accesibilidad en todo su territorio.

Por sobre todas las cosas, la visualizo integrada en su trama urbana, que facilite la cultura de los derechos humanos y el valor de la vida y del encuentro en las coincidencias, pero más que nada en la diversidad y las diferencias.

¿Qué tareas fundamentales debería encarar el próximo gobierno en forma prioritaria pensando en el desarrollo, en sus diversas áreas, del departamento capitalino?

En primer lugar, la fragmentación socio-territorial es una constante en las ciudades. Sin embargo, apostar a superarla solo es posible si se genera un shock de ciudad, es decir, una confluencia de inversiones pero también de políticas en el territorio para atacar la desigualdad expresada en la vida urbana. Ello es posible con una fuerte articulación de los diferentes niveles de gobierno –el nacional, el departamental y los municipales-, pero con un rol de liderazgo de la administración central.

En segundo lugar, apostar a planes multidimensionales de vivienda y hábitat que faciliten, en un marco de planificación estratégica, la construcción de equilibrios urbanos pero con centro en dar respuesta al déficit habitacional en el que se ha trabajado, aunque persiste como tema a resolver.

En tercer lugar, trabajar fuertemente a nivel metropolitano para concretar un avance cualitativo y cuantitativo hacia un sistema multimodal de transporte. Son miles las personas que se trasladan diariamente hacia Montevideo y desde la capital a los departamentos limítrofes; tenemos que facilitarles la movilidad y en eso el trabajo y la planificación de escala metropolitana es clave.

Por último, en cuarto lugar, continuar con la profundización de la mejora de la gestión, avanzando hacia la excelencia.

¿Cuáles son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis, sin importar nivel ni sector de actividad, apuntando a un mayor desarrollo de su sociedad y de su economía en la próxima década? 

En el exterior nos reconocen como un país estable y confiable, en el cual se respetan las reglas democráticas, donde se elaboran políticas de Estado que apuestan al desarrollo económico y social inclusivo. Tenemos todo para seguir mejorando, es más, estamos ante una ventana de oportunidad; dependerá de cómo interpretamos como sociedad los cambios que se están produciendo en el mundo. Esto requiere, en el mediano plazo, el vínculo del proyecto nacional con objetivos claros y estratégicos.

Uno de los desafíos es la tecnificación y su impacto en el mundo del trabajo. De los niños de hoy, el 67% va a tener empleos que hoy no existen –según datos de la Cepal-. Y una sociedad con oportunidades laborales construye un mejor sistema de salud, colabora con la seguridad y también tiene efectos en la educación.

Nuestro país está hoy en condiciones de contribuir a crear un modelo de desarrollo sustentable, solidario, que iguale oportunidades, que respete y valore la diversidad. Para eso hay que apostar a una economía ecológica y humana con diferentes cadenas que agreguen valor al trabajo de las y los uruguayos, y fomenten la competitividad de los sectores productivos. En dicho contexto es fundamental incentivar la innovación y el emprendedurismo en diferentes ramas de actividad. Los grandes “temas país” tienen que ser facilitados, sin lugar a dudas, con un Estado más eficiente, transparente y humano, que elabore sus políticas con centro en la gente, pero también con ella.