Por: Pablo Menese (*)
Este 2024 comenzó con la noticia de que PedidosYa despidió un total de 250 trabajadores, trasladando los empleos al exterior. Esto impactó, preocupando a la opinión pública por el bienestar de las 250 familias afectadas por los despidos, lo que concentró el debate en la protección de empleos, la estabilidad de las inversiones multinacionales y la cuestión de los beneficios fiscales otorgados a estas empresas. Obviamente, todo esto está en sintonía con otros debates actuales: la reforma del sistema de protección social, el financiamiento del Estado de bienestar, la creación y el acceso al empleo de calidad, y el modelo de desarrollo país. En las próximas líneas voy a tratar de mirar con mayor detención lo que pasó en PedidosYa, no por el caso puntual, sino por el conjunto de mecanismos asociados, atendiendo la desigualdad emergente y tratando de pensar qué podríamos hacer.
En el año 2006 se estrenó la película Outsourced, donde un empleado norteamericano de call center era ascendido bajo la condición de que todo el call center -incluido su puesto- iba a mudarse a la India. Esta comedia aprovecha la oportunidad para hacer una crítica a la fuga de empleos en Estados Unidos, lo que en un futuro le daría sentido a la frase “Make America great again”, en un conjunto de políticas de proteccionismo y regulación del empleo en la era Trump, muy similares a las que propone el PIT-CNT para este caso. Lo que observamos del ciclo Trump es que en términos de empleo esas políticas son cortoplacistas, y a lo largo de 50 años el outsourcing ha sobrevivido a muchos intentos de regulación y proteccionismo, principalmente porque en un mercado mundial de capitales la falta de calibraciones en las regulaciones desincentiva la inversión, que migra a regímenes de mayor desregulación, y consecuentemente, rentabilidad.
No parece razonable creer que vamos a parar el outsourcing en Uruguay, gobierne quien gobierne, y sea cual sea el origen del capital. PedidosYa es una empresa uruguaya, nacida a partir de egresados de la ORT, que se hicieron camino obteniendo capital privado y público, a través de ANII y beneficios fiscales. Esto nos enorgulleció, en la medida que teníamos un unicornio que generaba puestos de empleo, y en la medida que cumplía sus obligaciones fiscales, contribuía al financiamiento del Estado y políticas públicas. Además, es del sector del software, que durante décadas defendimos como modelo de desarrollo para un país sin gas, petróleo, metales, ni escala. Sin embargo, PedidosYa en una reestructura desarraiga parte de los beneficios que tanto nos merecemos por haber contribuido colectivamente a su financiamiento.
El mecanismo de cómo y por qué existe el outsourcing es claro: cuando no existen incentivos para contratar a alguien que desempeñe cierta función, se subcontrata el desempeño de la función. Esta falta de incentivos a contratar puede ser por costos económicos, burocráticos, rigidez contractual y otros. Y aunque parezca evidente que, desregulando, todos los desincentivos para contratar desaparecen y paramos el outsourcing, esto esconde severas desigualdades. Entre ellas, este esquema abona a la transferencia de responsabilidad del empleador sobre una tarea en otras empresas. Muchas veces el costo de esto es desregulación impositiva y precarización laboral. Después de todo, es evidente que al call center de PedidosYa en Argentina le van a pagar menos que a los uruguayos, y esto tiene problemas éticos empresariales ineludibles.
Entonces, ¿cómo un pequeño país como Uruguay, sin gas, petróleo, metales, ni escala sobrevive como algo más que una hoja al viento, evitando la precarización de sus trabajadores? Concentrándonos en debates significativos sobre áreas sobrediagnosticadas que reclaman reformas postergadas. A lo largo de los últimos 60 años hemos desacoplado la educación formal obligatoria del sistema productivo con la muletilla de la mercantilización. Y no es que esto no exista, es que la mercantilización nos advierte respecto a atar la currícula a la coyuntura, lo cual es razonable porque la coyuntura cambia. Dicho de otra manera, si la currícula se ata al mundo del trabajo, en los 90 con el auge del videoclub se debería haber enseñado “técnico en VHS” en todos los liceos. Inútil, ¿verdad? Eso advierte la mercantilización, y es muy diferente a tener en cuenta uno de los reclamos históricos de la sociedad civil al sistema educativo, para que la educación sea un vehículo de la movilidad social. En la medida que la posición en la estructura social y el acceso al bienestar depende en gran medida del trabajo, democratizar las habilidades necesarias para el modelo de desarrollo país, y su modelo productivo, parece una estrategia de redistribución del bienestar insuperable.
Los fundadores de PedidosYa son un buen ejemplo del tipo de habilidades altamente demandadas en nuestro modelo de desarrollo, en la medida que lograron generar un unicornio.
Los 250 empleados despedidos de PedidosYa son un buen ejemplo del tipo de habilidades rutinarias y poco calificadas, que las puede desempeñar cualquiera, entonces cuando se altera la estructura de incentivos, los empleos desaparecen. Estas dos puntas de la distribución de beneficios de lo que fue PedidosYa, fundadores y trabajadores, o burgueses y proletarios si se quiere, están separados por diferencias estructurales del hogar de origen que aún no hemos logrado resolver. Sin embargo, el sistema educativo es un catalizador de la movilidad social, rompiendo las desigualdades del hogar de origen.
Queda mucho para hacer en un país donde el 60% no termina la educación formal obligatoria desacoplada del sistema productivo. El efecto individual de otra educación se expresa en más unicornios, el efecto colectivo se expresa en atraer inversiones que requieren de empleados muy altamente calificados, que puedan negociar con libertad sus condiciones laborales, y que sean muy difícil de hacer outsourcing, porque incluso existiendo mejores precios, no existe mejor calidad.
(*) Magíster en Sociología. Profesor de Udelar. Asistente del Centro de Estudios de Políticas Educativas.