Juan Berchesi opinó que la reforma del 2008 en materia previsional, por tratar de arreglar algunas cosas, empeoró otras

EDICIÓN ESPECIAL 2020

Juan Berchesi, contador, expresidente del BPS, expresidente de República AFAP e integrante del consejo editorial de Empresas & Negocios


Si bien la reforma de seguridad social aprobada en 1995 trajo consigo diferentes elementos positivos para el sistema previsional uruguayo, hoy las circunstancias son otras. Uruguay y el mundo piden a gritos transformaciones en ese sentido que se adapten a los nuevos contextos, donde los cambios demográficos son un factor clave.

Los sistemas previsionales en el mundo enfrentan un desafío como pocas veces han tenido desde su creación, y Uruguay no es la excepción. Una de las mayores dificultades del actual régimen en comparación con el resto de la región es el alto déficit que el sistema genera. ¿Cuál es el diagnóstico que hace del sistema previsional uruguayo y cuál es el motivo de ese déficit que mencionamos antes?

No me gusta hablar del déficit de la previsión social. Cuando se habla de déficit es básicamente del que tiene el BPS y de algunas de las otras instituciones, como la Caja Bancaria, la Profesional, la Notarial, la Policial o la Militar. Pero cuando se analiza el déficit del BPS se tienen que separar las prestaciones contributivas de las no contributivas. Uno de los gastos más grandes que tiene hoy es el seguro de desempleo, así como las prestaciones de salud o la administración del Hospital Canzani.

Cuando se habla de previsión social no solo se incorpora al BPS, sino a todos los otros institutos que mencioné. Esta sumatoria está desfinanciada y es necesario ver cómo corregirlo.

Los expertos hablan de tres conceptos: cobertura -cantidad de gente a la que le llegan las prestaciones-; suficiencia -lo que se recibe por concepto de prestación- y sustentabilidad -si están financiadas o no-. Muy vinculado a esto están los parámetros de los sistemas jubilatorios: uno es la edad de retiro, otro son los años de aporte y otro es la tasa de remplazo.

Con la reforma de 1995 comenzó a aplicarse la primera transferencia de fondos a las cuentas de los aportantes del sistema de capitalización; esto se hizo en junio de 1996. Ya hay historia de las cuentas laborales. Lo que antes significaba tener que demostrar los servicios, hoy es ver aportes que están registrados a nombre individual. Cada trabajador puede saber cuánto tiene aportado. El BPS también tiene la información del saldo de la cuenta de cada afiliado.

La realidad actual del mundo del trabajo exige una reforma del sistema de seguridad social. ¿Cuáles deberían ser los aspectos esenciales de dicha reforma? ¿Qué transformaciones deberían darse para que el mismo sea sostenible?

Hay dos aspectos: uno es el de justicia y equidad, y otro el aspecto de economía política. En el primero podemos tener un arquitecto; este se puede jubilar por la Caja Profesional, al que le corresponda por la Caja Policial o por las Fuerzas Armadas -si ha brindado servicios- o puede seguir trabajando en el amparo del BPS. Hay una discriminación muy grande, porque el jubilado del BPS no puede trabajar en otra cosa dentro del mismo. Una segunda discriminación son los montos jubilatorios, así como los años o las tasas de reemplazo. Eso hay que corregirlo.

Eliminar los institutos ahora es imposible. Si las reformas de seguridad social son difíciles de poner en práctica, muchos más difíciles son si se quiere eliminar o cambiar los otros cinco institutos. En la reforma del año 1995 ya se incluía la necesidad de reformar los otros institutos. Es más, se enviaron algunos proyectos de ley relacionados y no fueron aprobados, algunos ni fueron considerados, porque era tan grande el esfuerzo por llevar a delante la reforma del BPS que las energías políticas necesarias lo hicieron inviable.

Los cambios del 2008, por tratar de arreglar algunos temas como el de los cincuentones, terminaron en una muy mala solución que empeoró el sistema y que, agregado al aumento de las jubilaciones justificadas por testigos, así como también el aumento de jubilaciones por discapacidad, llevaron a un crecimiento muy grande de las jubilaciones. La reforma de 1995 fue muy buena, pero después hubo cambios que la entorpecieron.

¿Cuál es el mejor modelo que vislumbra para nuestro país teniendo en cuenta la dinámica demográfica?  

El tema previsionales complejo en el mundo, y esto se debe, en parte, al cambio demográfico. Vivir más tiempo implica que la persona que se jubila a los 60 años tenga una expectativa de vida de 20 años más. Entonces, en vez de financiar jubilaciones por 12 años, son de 20 a 25 años.

Un segundo tema que está influyendo es el cambio tecnológico. La pandemia implicó un crecimiento del teletrabajo y esto tiene un impacto grande en el sistema laboral y previsional. Otro es la informalidad: al no aportar no se tiene seguro previsional o se accede cuando se cumple determinada edad. Además, las proyecciones de la cantidad de ciudadanos en Uruguay en vez de aumentar va a decrecer, vamos a tener menor población, es decir, menor cantidad de aportantes.

Es conveniente pasar a una institucionalidad distinta, de manera que, a medida que ocurren los cambios demográficos o técnicos, no sea necesario ir a una reforma sino que existan fórmulas que sean ajustables según los cambios que se den. Adicionalmente sería bueno tener en el gobierno una unidad especializada en el tema previsional, es decir, una superintendencia previsional que mida todos los institutos, porque el BPS no tiene potestades sobre ellos. El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social tiene esa potestad, pero no tiene la capacidad ni los recursos para actuar en ese rol.

¿Qué valoración hace del régimen mixto aplicado desde hace casi 25 años en Uruguay?

Partimos de la base de que los aportes a la seguridad social son altos y no podemos aumentar los impuestos a la mano de obra porque la hacemos más cara y seguimos disminuyendo la capacidad competitiva de Uruguay. El primer pilar solidario -el BPS- debería existir a lo largo de todos los sistemas  y tiene que ser complementado por un sistema de ahorro. Esto ha sido bastante exitoso si miramos la rentabilidad que ha tenido en estos 25 años.

Hoy tenemos básicamente dos fondos de capitalización: uno general para las personas de hasta 55 años, y otra para los mayores de esa edad, con un menú de inversiones más conservador, como depósitos bancarios. Pero es necesario agregar otro fondo, especialmente para la gente más joven, para que invierta más en activos u oportunidades riesgosas, pero con un horizonte de 20 a 25 años, porque la rentabilidad será mayor.

Hay una necesidad de crear un nuevo fondo que permita invertir en activos de mayor riesgo o fideicomisos. Un tema que es difícil de discutir en Uruguay es la inversión en el exterior. Lamentablemente,acá hoy no hay suficientes proyectos para invertir, o al menos que tengan la calificación de riesgo adecuada. El país tiene entre US$ 13 millones y US$ 14 millones que no puede invertirlos localmente. Creo que es bueno invertir en acciones de empresas o en conjunto en un fideicomiso que incluya varias empresas, todas con calificación de riesgo.

El futuro pasa por una mayor participación de los pilares de capitalización que haga inversiones. Muchos países que tienen sistemas más desarrollados y sustentables van por el lado de aumentar la participación de estos sistemas.

¿Qué valoración hace de la etapa de desacumulación donde el único actor es el BSE?

Cuando cumplís con los requisitos para jubilarte es posible hacerlo por el pilar de capitalización y seguir trabajando en el BPS. Se puede ir con el capital y comprar una renta vitalicia pero solo se puede ir al BSE. Es decir, que hoy solo hay una única forma de obtener la prestación por el sistema de capitalización, no hay otros jugadores.

Si bien ahora se creó la Unidad Previsional para que las compañías aseguradoras no estuvieran descalzadas, porque no tenía cómo invertir en papeles que tuvieran el mismo riesgo de moneda con el que tienen que pagar las jubilaciones, esto sigue siendo estatal. Hay que ver otros mecanismos para facilitar la renta o la jubilación desde el pilar de capitalización.

Sería muy importante que el BPS tenga el mismo menú de inversiones de las AFAP: separado en un fideicomiso. Cuando el dinero de la futura jubilación se utiliza para comprar una renta vitalicia, entra en la masa de dinero del banco, no está separado. Si bien está separado contablemente, si hubiera una crisis del BPS podría arrastrarse todo. Creo que ahí hay un tema de seguridad que es necesario corregir.