Stipanicic: “La obligación de Ancap de cumplir con la eficiencia que reclama la sociedad es un desafío importante que demanda la máxima atención”

EDICIÓN ESPECIAL 2020

Alejandro Stipanicic, presidente de Ancap


El 2020 fue un año de cambios para Ancap. Por un lado, la pandemia hizo que se generara un protocolo de teletrabajo, que funcionó muy bien, y los controles sanitarios implementados garantizaron que la operación no se viera afectada. A esto se le sumó un gran desafío que el organismo tiene hacia el futuro: vender todos sus productos a precios de eficiencia.

¿Cómo vislumbra el futuro inmediato y cuáles son los desafíos que tiene Ancap por delante para seguir desarrollándose en el país? ¿Qué espera para el 2021?

Es difícil imaginar un futuro inmediato desde una situación desconcertante y desafiante como la actual. Tenemos la obligación de estar preparados para diferentes escenarios en los próximos 12 meses: una evolución favorable de la pandemia y por tanto la recomposición estable de la normalidad en la actividad económica; el mantenimiento del estado actual, en alerta permanente y con cierta normalidad de la actividad económica expectante de un nuevo lockdown como en Europa; por último, un agravamiento de la situación sanitaria que restrinja la actividad económica.

En todo caso, el desafío es mantener la operación normal, en especial de la refinería y las actividades logísticas, al tiempo de resguardar la situación sanitaria de los empleados. Es un deseo de la sociedad y de todos nosotros, pero para Ancap es absolutamente necesario mantener su dotación en condiciones sanitarias para una plena disponibilidad.

La especialización de las operaciones con combustibles hace que las únicas personas preparadas sean los funcionarios asignados a esas tareas. Trabajar en turnos 3 x 24 en cuatro guardias, nos da margen para que podamos disponer la cuarentena de personas que tuvieron contactos con positivos sin comprometer el suministro al país.

¿Cuáles son las fortalezas que tiene la empresa para hacer frente a esta nueva dinámica de trabajo y de prestación de servicios, que deviene tras la aparición del Covid-19?

Ancap tenía planes de contingencia para la continuidad de negocio (BCP, por sus siglas en inglés), pero nadie esperaba que se aplicaran de esta manera. Esa prevención, el haber asumido con responsabilidad el manejo de las situaciones posibles, nos encontró mejor preparados para, en una semana de marzo, pasar a una situación inédita.

La constitución inmediata de un Comité de Crisis que generó protocolos y equipos de respaldo en todos los niveles fue una reacción rápida y muy eficaz. El equipamiento y los sistemas corporativos fueron también una fortaleza: el pasaje al teletrabajo sin grandes contratiempos fue posible porque rápidamente se puso en práctica la compra de equipos portátiles y la ampliación de licencias para el acceso seguro a redes remotas.

Ancap no paró ni en el peor momento: todas las transacciones y procesos siguieron su curso y, desde la liquidación de haberes hasta la facturación, todo se hizo con un fuerte componente de teletrabajo, sin arriesgar la integridad de los datos y de la infraestructura tecnológica.

La comunicación y la contención fueron claves en los meses de marzo, abril y mayo. Incertidumbres, temores, desconocimiento y aislamiento presionaban al personal y requirieron medidas profesionales que tenían que poner foco en lo más humano de nuestros funcionarios.

Todo esto deja un gran aprendizaje y ello se ve reflejado en la forma en la cual se plantean las relaciones interpersonales y nuevas maneras de trabajar. Por eso hay un Reglamento de Teletrabajo que se propuso para dar garantías a una forma de trabajar que se está abriendo paso en el mundo. Estimamos que un 25% de los funcionarios de Ancap podrán teletrabajar de manera regular, voluntaria, en base a objetivos, desde ambientes confortables y en condiciones previamente acordadas. Esto va a provocar cambios que entendemos serán relevantes en la calidad de vida de las personas y en su rendimiento a la organización.

En contrapartida, ¿qué amenazas ve en el horizonte?

Cualquier cambio afronta resistencias y esta transformación en el paradigma del trabajo no será la excepción. Además, Ancap enfrenta modificaciones sustanciales en su entorno de negocio que se manifiestan, en primer lugar, con el cambio en la metodología de fijación de precios.

Nuestra empresa tendrá la obligación de mantener el monopolio y de ofrecer los productos a la paridad de importación que determine la Ursea (Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua). En otras palabras, Ancap debe poner en el mercado todos los productos que este le demande en calidad y cantidad y además hacerlo sin poder manejar la lista de precios: todos, simultáneamente, deberán ser vendidos a un precio de eficiencia.

La ansiada salida de la pandemia, las reformas en las regulaciones del negocio y la obligación de Ancap de cumplir con los requerimientos de eficiencia que reclama la sociedad, son desafíos importantes que demandan la máxima atención y compromiso de sus empleados y autoridades.

En estos momentos, debido a la afectación ante la pandemia, muchas empresas, sobre todo las estatales, además del negocio, tienen un rol social. ¿Cuál es el papel de Ancap en ese escenario? ¿Qué iniciativas desarrolla de cara a la comunidad?

Cuando se habla de sustentabilidad nos debemos referir a que tenemos que ser económicamente rentables, amigables con el ambiente y socialmente responsables. Ese trinomio es indisoluble y, por tanto, la dirección de una empresa debe atenderlo en su conjunto y de manera continua.

Durante la pandemia, o en cualquier situación extrema, se notó lo imprescindible que es ser eficaz. En ese sentido, no hubo interrupciones en el suministro de combustibles a pesar de las exigentes y preocupantes condiciones sanitarias o el desplome del consumo, que derivaron en la caída de la demanda de las refinerías de todo el mundo. Muchas de ellas debieron detener sus operaciones por no poder colocar su producción o pudieron verse forzadas a hacerlo por falta de personal.

Por otro lado, la interacción con el Sinae (Sistema Nacional de Emergencias) fue fundamental desde el primer momento para atender los requerimientos de combustible para la Operación “Todos en casa” desplegada por la Cancillería para el retorno de uruguayos varados en el exterior.

También lo fue para la atención al suministro de alcohol líquido y en gel para el sistema sanitario, especialmente ante el salto en la demanda de ASSE (Administración de los Servicios de Salud del Estado) que forzó a ALUR (Alcoholes del Uruguay), desde una posición de mercado minoritaria frente a importadores y laboratorios locales, a enfocar todos sus esfuerzos para viabilizar un incremento mayúsculo en la oferta de alcoholes, incluso asumiendo la reactivación de una planta de envasado que había dejado de operar en 2016.

El suministro incremental de alcohol al mercado desde el Grupo Ancap permitió no solo complementar la oferta de los privados al mercado consumidor y llegar rápida y explosivamente a centros de salud en todo el país, sino equipar a los grupos de encuestadores, rastreadores de contactos, personal militar, policial y de la salud, que tuvieron que enfrentar la primera línea en una batalla tan inesperada como desigual.