El sector del calzado atraviesa uno de los momentos “más sensibles de su historia”

Advierten afectaciones por competencia desleal

El presidente de la Cámara de la Industria del Calzado del Uruguay, Alejandro Biasiolli, conversó con CRÓNICAS sobre la realidad de este sector a nivel nacional y destacó las posibilidades que se desprenden del mismo en materia de empleo. A pesar de que el auge de la globalización ha situado al rubro del calzado en una posición poco favorable, cerrándose una importante cantidad de empresas en los últimos años, desde la agremiación se mantienen positivos y buscan nuevas formas de sostener a sus empresas.

Durante los años 70 y hasta mediados de la década de los 90, las empresas dedicadas a la fabricación de calzado contaban con una importante presencia en el país. Con un total de 261 compañías establecidas, las casas de zapatos constituían una parte esencial de la idiosincrasia de las ciudades y ostentaban un prestigio generalizado. Además, brindaban empleo a 8.000 trabajadores.

Sin embargo, la llegada de la globalización, que trajo consigo el ingreso de productos internacionales a menor precio en el mercado, caló hondo. En los 19 años posteriores a 1997, las firmas dedicadas a la fabricación de calzado se redujeron en un 66%, desapareciendo casi por completo las grandes y medianas empresas.

Según los datos que se manejan desde la cámara, en la actualidad nueve de cada 10 pares de calzado son producidos en el continente asiático. Fuera de esto, Brasil se posiciona como un importante competidor. En tanto, en Uruguay se importan entre 10 y 13 millones de pares de calzado por año, ingresando los mismos en régimen de franquicias. Este contexto hace que la industria del calzado se ahogue en los costos de producción y resulte extremadamente difícil para las empresas estar a la par de unos competidores que son clasificados como “desleales” por la gremial.

La actualidad del sector

A día de hoy se mantienen 500 puestos de trabajo, repartidos en unas 90 unidades empresariales y siendo el 95% de estas pymes. 

En esta línea, Biasiolli destacó que la industria del calzado tiene un gran potencial de formación profesional y de generación de empleo, el cual considera “que no está siendo contemplado”.

Es por esto que, desde la cámara, coinciden en que es esencial sostener el entramado productivo. “Es una actividad que derrama valor y trabajo en una cadena de suministro amplia. Genera empleo directo e indirecto y tiene como gran virtud la capacidad de instruir y formar personal especializado a partir de colaboradores con niveles de educación básico”, declaró su presidente.

En lo que refiere al contexto de crisis sanitaria, al contraerse el mercado internacional las importaciones bajaron entre un 15 y 20%, y la proveeduría se vio amenazada con motivo de la crisis logística, contribuyendo a que se pudiera mantener, relativamente, la actividad del rubro.

No obstante, desde esta industria aseguran que se encuentran viviendo el momento “más sensible de su historia”. “Nosotros hace años que tenemos instaurada la pandemia; hace más de 30 años que los indicadores nos abofetean constantemente”, dijo el empresario, en referencia a los desafíos permanentes a los que se enfrenta el sector.

Principales desafíos

Esta área afronta múltiples adversidades, entre ellas, la competencia internacional de China, la transformación de Brasil en un proveedor clave en el contexto mundial y la hegemonía de unos “pocos importadores en el mercado interno”.

En este sentido, desde la cámara creen que es necesario que la sociedad se interpele a sí misma, y que evalúe cuestiones que van más allá del precio de los productos.

“Cuando compramos un zapato de origen asiático, ¿estamos seguros de que cumple con todas las normas, empleados mayores de 18 años, con seguridad social, cobertura médica, condiciones dignas de trabajo, beneficios, correcto manejo de desperdicios de producción y tratado de residuos?”, instó a preguntarse el ejecutivo.

Asimismo, como sucede en diversas industrias, el consumo experimenta cambios y emergen nuevas formas de comercialización, pero a esto se le agrega una cadena de proveeduría que se desintegra, y unos altísimos costos de funcionamiento. “Tenemos una mezcla perfecta para seguir desapareciendo”, sentenció.

El futuro

A pesar de los infortunios a los que se contraponen los empresarios del rubro, estos mantienen una actitud positiva y esperan encontrar, trabajando en conjunto, las herramientas para mantener a flote su actividad.

Mirando a largo plazo, desde la Cámara del Calzado analizan que es necesario identificar puntos de intervención. Entre estos, consideran imprescindible la implementación de un consejo sectorial, como espacio de articulación público-privado para aportación de insumos relevantes para el diseño y el seguimiento de políticas de desarrollo productivo. 

A su vez, identifican cuestiones puntuales a tratar, por ejemplo, la adecuación del instrumento de seguro de desempleo a la estacionalidad del sector. “No necesitamos más seguro de paro, sino flexibilidad en las particularidades de nuestra zafra como forma de mitigar la fuga de trabajadores y conocimiento del sector”, afirmó el entrevistado.

Otro objetivo es encontrar estímulos para que “menos del 10%” de lo que se consume “pueda ser producido localmente”. Esta cifra implicaría un cambio radical en la realidad del sector, manteniendo las empresas y generando cientos de puestos de empleo en el corto plazo.


¿Qué efectos causaría el TLC en la industria del calzado?

Diferentes estudios han determinado que ante la concreción de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante asiático la industria nacional del calzado será una de las más sensibles. Y es que, en este producto, China se posiciona como líder en volumen, con muy bajos precios en todas las categorías. 

Lo que puede suceder, explican, es que, según las condiciones particulares del contexto, se dé un corrimiento de la participación de Brasil, el segundo proveedor de Uruguay, en los rubros que más se compran a China. Es decir, las familias de calzado de goma, textil y especialmente cuero.

Por otro lado, otro de los efectos que prevén de un eventual acuerdo comercial es que el Estado uruguayo deje de percibir US$ 14 millones anuales por derechos de aranceles de importación.

“Podríamos estar frente a una situación que beneficia la concentración de renta en el sector importador/retail en contrapartida con la pérdida de empleo del sector manufacturero y afines”, señaló Biasiolli.

Tras haber estudiado los tratados llevados adelante por China con países latinoamericanos, la central ha percibido que, en el caso de Perú, ha sido presentada una lista casi total de productos exceptuados de eliminación arancelaria. Mientras tanto, en el caso de Costa Rica ha sido exceptuada la categoría de calzado de cuero.  

“Estamos esperanzados y creemos imprescindible que se pueda seguir el camino de excepcionalidad adoptado por estos”, expresó.