Joaquín García Huerga: “El grado de incertidumbre ha subido porque la política se ha metido dentro de los mercados financieros”

Joaquín García Huerga, director de Estrategia Global en BBVA Asset Management


Por Oscar Cestau | @OCestau

Con más de 12 años de experiencia dentro del Grupo BBVA, García Huerga lidera el área de inversiones del banco a nivel global. El ABC de su trabajo consiste, según explicó, en tomar inputs económicos, modelos de valoración, patrones econométricos, para, posteriormente, transformar todo eso en una visión ordenada de los mercados, que tienda a ser estructural a mediano y largo plazo. A principios de este mes, el ejecutivo de BBVA llegó a Uruguay para dar una charla sobre inversiones a algunos clientes del banco, donde analizó el panorama económico mundial, y posteriormente, en un mano a mano con Empresas & Negocios, se refirió a diversos temas de la presentación, como así también a la realidad de los mercados y sus evoluciones.

¿Cuál es la principal transformación que nota en el área de la gestión de activos en los últimos años?

Estamos abordando una transición muy potente desde la cultura de la fábrica de producto a la cultura de soluciones de inversión y de atención de las necesidades vitales de nuestros clientes; entonces, cambia totalmente el diálogo. En vez de sólo colocar producto, se convierte en un diálogo estratégico con los clientes. ‘Entiendo bien tu casuística, tu perfil de riesgo, y te tengo que dar una solución de inversión adecuada a lo que tú necesitas. ¿Qué necesitas? ¿Ahorrar a corto plazo, invertir a largo plazo, rentas?’ Por ahí pasa esa nueva conversación. Toda esta transformación estamos abordándola y nos encontramos inmersos en ella. De hecho, creo que ya casi la estamos completando.

Los cambios regulatorios, junto a la constante búsqueda de la reducción de los costos de gestión, han propiciado un fuerte crecimiento de la gestión pasiva, y de los ETF o fondos cotizados (cuyo objetivo es replicar la evolución de un determinado índice), sobre todo en mercados súper eficientes y desarrollados, como puede ser Estados Unidos. ¿En qué medida la industria activa está amenazada por la industria pasiva?

Las cifras hablan solas. La industria de gestión de activos ha experimentado un claro crecimiento de la gestión pasiva. Pero nosotros no queremos entrar en ese debate. Lo que hacemos es intentar utilizar el vehículo inversor más eficiente posible, dependiendo de cada activo y de cada mercado. Y eso, para nosotros, desde el punto de vista de la gestión de activos, implica utilizar tanto la gestión activa como la gestión pasiva. Preferimos utilizar la gestión activa en aquellos mercados más ineficiente y donde más alfa (performance extra) puede obtener. En aquellos mercados que son más eficientes, o donde simplemente nos conformamos con tener la exposición a la beta (rendimiento de un activo con respecto a un índice de referencia), nos vale con la gestión pasiva. De fondo, el valor añadido más potente, hoy en día, dentro de la industria de la gestión de activos, dentro del core de nuestro negocio, está en cómo colocas estos ladrillos, en cómo pones las piezas, qué cantidad añades de cada activo, de cada geografía, y con qué vehículo lo haces. Esto es, en la composición y optimización del binomio rentabilidad – riesgo, independientemente del debate activo o pasivo.

Da la sensación de que para los expertos es cada es más difícil hacer previsiones económicas. ¿Por qué?

Hacer previsiones económicas siempre es difícil. Estadísticamente, dos tercios de las veces, o algo aproximado, el consenso se cumple. Entonces, el consenso, a priori, es una palabra denostada en previsiones económicas e incluso en previsiones de activos financieros. Vende más lo alternativo, lo distinto, lo rupturista, o si sucedió algo totalmente inesperado; pero la realidad es que en el día a día, si uno echa la vista atrás, las cosas suceden más o menos como se dice que van a suceder. Es cierto que cuando no es así hace mucho ruido, pero estadísticamente el consenso tiene alta validez. Entonces, es complicado en cualquier caso hacer previsiones económicas, entre otras cosas, porque hoy en día el grado de incertidumbre ha subido porque la política se ha metido dentro de los mercados financieros, más de lo que ya estaba. Así, el entorno político es incierto en algunos casos, o más incierto de lo que era, y eso dificulta aún más la posibilidad de hacer previsiones económicas.

En ese mundo tan cambiante, con guerras económicas, ¿dónde están, en este momento, los activos rentables: Europa, Estados Unidos, Asia, América Latina?

Estructuralmente, dentro de la renta variable, preferimos emergentes que desarrollados, porque el crecimiento potencial de las economías es superior en los primeros que en los segundos. Además, el gobierno corporativo de las empresas emergentes está mejorando, y mucho. Dentro de la renta fija, estructuralmente no vemos valor en los bonos core, en los bonos especialmente de la Eurozona, y específicamente de Alemania. Vemos algo de valor en los bonos de Estados Unido; tienen, al menos, la capacidad de actuar como refugio, y siempre va a ser así. Pero notamos poco valor de la renta fija en los países desarrollados, en general. Donde sí vemos valor, y es el activo que posiblemente más nos gusta en términos de rentabilidad y riesgo, es en la renta fija soberana de los países emergentes. Con una precisión muy importante: hablamos de posiciones muy diversificadas por países -incluso que combinen países Latam con asiáticos-; de fondos o de carteras bien diversificadas -por vencimientos, por países-; incluso de una posición doble, diversificada, tanto en emisiones en divisa local como en dólares.

Si dividimos los momentos económicos por ciclos, da la sensación de que este es un período de crecimiento más bajo. ¿Hasta cuándo puede continuar?

El ciclo económico cada vez está más maduro, y pronto o tarde, finalizará; pero todavía no sabemos cuándo. Seguimos siendo de la opinión de que Estados Unidos puede evitar la recesión en 2020, que es la clave de todo y el desencadenante de una recesión más global. ¿Por qué pensamos eso? Porque el consumo en Estados Unidos es resistente -es el 70% del PIB-, el mercado laboral también lo es, los tipos de interés allí ya están muy bajos, la Reserva Federal no ha tensionado la política monetaria, sino que está implementando una política más laxa. El tipo de interés nominal está en el 2% y el real en el 0%; con eso no paras la economía norteamericana, etc. Entonces, siempre hemos sido de la opinión de que este ciclo económico era distinto a otros; uno con menor crecimiento, pero más largo. A lo mejor tiene más vida de lo que algunos piensan.

El ejecutivo establece que la guerra comercial entre Estados Unidos y China tiene mucho que ver en este momento económico, donde prevalecen las turbulencias. Un acuerdo comercial entre los dos gigantes -más allá de las señales de los últimos días-, sería muy relevante, remarca, para la confianza económica y el buen comportamiento de los mercados financieros, en especial de las bolsas.  

¿Qué pasa con Europa?

La eurozona ofrece un crecimiento potencial más bajo: del 1%. En materia de rentabilidades esperadas, en general, en renta fija las de Europa son inferiores a las de Estados Unidos; mientras que en renta variable la rentabilidad esperada en varios índices de bolsa europeos es algo superior a la del Standard & Poor’s, hablando a cinco años vista, por ejemplo.

Es bueno que se haya reducido el ruido político que estaba aportando Italia en el escenario europeo. Adicionalmente, la economía alemana está sufriendo tanto el escenario de guerra comercial como toda la transición manufacturera del mundo del automóvil a motores más limpios; eso está impactando, pero la economía alemana es maravillosa. A mediano y largo plazo es un país con un potencial enorme; además, parece que van a acabar implementando algún paquete de estímulo fiscal porque ellos sí se lo pueden permitir. Estos son un poco las condicionantes desde la eurozona.

¿Qué impacto puede tener el Brexit a nivel de la Eurozona?

El Brexit es negativo tanto para la economía del Reino Unido como para la de la Unión Europea (UE). Lleva las de perder Reino Unido, pero honestamente no sabemos qué va a suceder ni cuál va a ser el escenario; todo está muy convulso. Lo único que podemos decir es que ojalá, si Reino Unido sale de la UE, lo haga con un acuerdo. Eso sería lo mejor para todos.

¿Por dónde pasa el riesgo de salir sin acuerdo?

No es cero, el riesgo existe, y es peor en términos económicos y para los mercados financieros. Pero, por otro lado, los mercados financieros ya tienen bastante interiorizado un escenario negativo. Aquí, de lo que poca gente habla es de que el escenario sea positivo, que, de una forma u otra, o bien Reino Unido salga con un acuerdo, o se haga más lento el proceso. La casuística puede ser variada, y eso, entendemos, está poco cotizado en los mercados financieros, incluso en la libra.

¿Hacia dónde irán las inversiones? Menos inversión en capital físico y más inversión en activos intangibles, dijo usted durante la charla que brindó frente a clientes del banco. ¿Puede ampliar más sobre el tema?

Antes, históricamente, cualquiera podía tener un modelo económico en la cabeza que mostrara que cualquier proceso expansivo o de recuperación se vería reflejado en las manufacturas, donde estás crecieran a doble dígito, con las empresas recuperando la euforia y ampliando fábricas. Pero esto es un tanto antiguo. Es verdad que se siguen haciendo fábricas, pero la economía mundial está cambiando mucho -especialmente en los países desarrollados- a una economía de activos intangibles. Cada vez más el valor añadido está en los activos intangibles. ¿Qué significa? Que el valor añadido está en la investigación y desarrollo, en el conocimiento, en la formación de los empleados, en la educación de las sociedades, en el software y en las patentes. El mundo va por ahí y, de hecho, esto contribuye a que las economías ganen estabilidad. Es como un amortiguador de las economías frente a la ciclicidad de las manufacturas.


Prosperidad y crecimiento de la mano de la educación

Durante la presentación ante los clientes de BBVA Uruguay hizo hincapié en el aumento del populismo, y cómo la política genera incertidumbre en los mercados. “El populismo, a largo plazo, puede generar mayores primas de riesgo en los activos financieros”, dijo. A su vez, el trabajo que presentó indica que la desigualdad de renta y riqueza impulsa soluciones políticas fáciles a temas complejos. Ahora, ¿ese populismo no puede ser fruto de problemas que la economía y la política tradicional no logra solucionar? Problemas, precisamente, referidos a la distribución del ingreso.

Parcialmente se puede argumentar con esa justificación de que la desigualdad ha podido generar parte del populismo; posiblemente no todo, pero sí una parte. Este debate está totalmente encima de la mesa en los grandes organismos internacionales, es decir, cómo intentar abordar unas economías quizás algo más redistributivas en la que toda la sociedad participe de la prosperidad económica. Esto es algo muy de fondo y no está solucionado todavía, aunque se está abordando. Tiene implicaciones de mediano y largo plazo, pero desde el punto de vista ortodoxo de la economía es bueno porque la gente más desfavorecida tiene mayor propensión al consumo; por tanto, puede contribuir a mejoras de la demanda en forma sostenible, por ende, a mejorar el bienestar de la población. A la solución hay que abordarla de forma sensata. Es muy importante, a la hora de hablar de todos los temas de crecimiento potencial, de activos intangibles, y de redistribución de la riqueza, el papel crítico que juega la educación. La educación es prosperidad, es crecimiento económico, y posibilita que la gente viva mejor en el mediano y largo plazo; sin soluciones mágicas.

La demografía restará crecimiento, afirmó. ¿Cuál es la explicación?

Menos mano de obra disponible, menos factor trabajo. Al final, si la población decrece, en lugar de crecer, eso en economía tiende a rebajar el crecimiento potencial de las economías en el futuro.

Pero si uno ve el mundo del trabajo, y la transformación que está teniendo, con el avance de la robótica y la automatización de procesos, con tareas que van desapareciendo y puestos de trabajo que se van perdiendo, esta afirmación parece la contracara. Es difícil de entender.

Y muy difícil de contestarlo. No lo sabemos, no la sabe nadie todavía qué es lo que va a pasar. Es verdad que la transición tecnológica hace pensar que va a haber mejoras de productividad, pero eso no es una certeza, sino algo que puede suceder o no. Y mientras tanto, lo que da la sensación, en términos económicos, es que esa transición tecnológica y esa robotización de las sociedades puede ser un poco disruptiva, entonces ahí donde entran todos los temas de fondo de desigualdad y de desprotección social. Si abordas esa transición, hay que hacerlo de la mano de cierta protección social. Ahora, esto está todo por ver y definir. En lo personal, no me atrevo a decir más que esto.


El cambio climático y las posibilidades de inversión

Podría asegurarse que el calentamiento global tiene un impacto económico negativo sobre determinados sectores productivos. En cambio, en su ponencia dijo que el cambio climático representa una oportunidad de crecimiento futuro. ¿A qué se refiere? ¿Eso va de la mano de una reconversión de los negocios y de las cadenas productivas?

Ahí hay dos cosas en paralelo. Una, el cambio climático está teniendo un coste económico real -dicho por organismos internacionales. Pero la otra, que va en paralelo, es la descarbonización del mundo, que lo que abre es todo un proceso inversor y nuevo que posibilita el crecimiento económico. Entonces, la descarbonización parece claro que se va a abordar, y lo que se abre son nuevas oportunidades de negocio y de inversión. Ahí aparecen todos los temas de sostenibilidad del negocio, efectivamente.