Déficit‌ ‌fiscal‌ ‌de‌ ‌6%‌ ‌obtenido‌ ‌en‌ ‌2020‌ ‌es‌ ‌positivo‌‌ dada‌ ‌la‌ ‌coyuntura‌ ‌de‌ ‌pandemia,‌ ‌según‌ ‌expertos

Caminos‌ ‌>‌ ‌para‌ ‌mejorar‌ ‌el‌ ‌déficit‌ ‌son,‌ ‌a‌ ‌corto‌ ‌plazo,‌ ‌buscar‌ ‌crecimiento,‌ ‌y‌ ‌a‌ ‌largo,‌ ‌la‌ ‌reforma‌ ‌ del‌ ‌sistema‌ ‌previsional‌

El resultado fiscal obtenido durante el 2020 fue valorado de forma positiva si se considera el escenario de pandemia por el que se atravesó durante el año pasado, según evaluaron el director ejecutivo del CED, Agustín Iturralde, y el economista Pablo Moya, de Oikos. Para éste último, de no estar en este contexto, “un déficit de 6% es un problema”. Iturralde, en tanto, apuntó que el gobierno mostró “sabiduría” en aumentar el gasto pero cuidando, al mismo tiempo, mantener un margen de recursos para este 2021. “Hay varias (políticas) que van a seguir necesitando ayuda y tenemos balas en el cartucho para seguir tirando”, expresó.

Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo

El pasado 29 de enero, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) publicó los resultados del Sector Público para 2020. Así, el resultado global, una vez depurado también el efecto del Fideicomiso de la Seguridad Social, se situó en -6,0% del PIB nacional (-6,4% si se considera el cálculo anterior del PIB –ver recuadro-).

Este porcentaje “es de las mejores noticias en materia macroeconómica del gobierno”, consideró el director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo, Agustín Iturralde. Según afirmó en diálogo con CRÓNICAS, se logró un aumento moderado del déficit “en un año tan complicado como 2020” y, sobre todo, alineado con lo planteado por el gobierno. Además, indicó que si al resultado obtenido se le restara lo que implicó el Fondo Coronavirus y el impacto económico de la crisis sanitaria, representa una buena evolución.

“Marca un hito importante en una trayectoria de deterioro que había; si bien siguió subiendo el déficit, dado el contexto, creo que es un dato bueno”, sostuvo Iturralde.

Mientras tanto, el economista de la consultora Oikos, Pablo Moya, comentó que si Uruguay no estuviera en el contexto pandémico actual, “un déficit de -6% es un problema”.

Asimismo, añadió que el déficit fiscal “podría haber sido peor si no fuera que hubo una retracción importante de las inversiones”, las cuales cayeron 10% en términos constantes en relación al 2019. En este sentido, el experto opinó que el resultado global podría haber sido peor si el gobierno hubiera destinado más recursos a la pandemia. Moya argumentó que un despliegue mayor, incidiría también en la deuda y en los indicadores macroeconómicos de la economía nacional. No obstante, el economista apuntó que “ha sido bastante acertado” el manejo de la salud de la sociedad, “racionalizando los recursos y manteniendo un déficit fiscal en niveles altos” dentro de los niveles históricos, pero “razonable” al considerar la pandemia.

Iturralde, por su parte, concordó con su colega, al expresar que “hubo cierta sabiduría de aumentar el gasto” en materia de políticas sociales, seguros por desempleo y apoyo a las pequeñas y medianas empresas, pero al mismo tiempo “quedar con margen y recursos” para este año continuar con estos incentivos y reforzarlos. “Varias de ellas van a seguir necesitando ayuda y tenemos balas en el cartucho para seguir tirando”, manifestó.

Además, el director del CED señaló que es importante observar el déficit fiscal estructural, es decir, “el núcleo duro” del déficit, y no tanto lo que correspondió a la particularidad del año.

Al fondo

Al respecto, Iturralde profundizó en que se debe diferenciar este déficit estructural del coyuntural, y apuntó que es el primero en el cual se debe trabajar. “¿Cuáles son las grandes cosas (para mejorar)?”, se preguntó el experto. A su entender, esto es la reducción de los gastos de funcionamiento, pero, sobre todo, lo que mueve la aguja es una política de salarios más moderada, explicó.

“No hay mejor política fiscal” que el crecimiento económico. Ese “va a ser el gran aliviador del déficit”, manifestó Iturralde.

De todas maneras, para el director del CED la gran mejora del déficit es el crecimiento económico. “No hay mejor política fiscal, va a ser el gran aliviador del déficit; si logramos reactivar la economía, volver a atraer inversión y demanda, eso va a actuar como un alivio fiscal”, sostuvo.

Moya, en tanto, encaminó la solución del problema del déficit hacia la reforma del sistema previsional. Para el economista, que el gobierno haya comenzado esta discusión “es una buena señal”.

Según consideró, no se trata del objetivo urgente hoy en día, sino que es uno de los prioritarios a mediano y largo plazo. Allí se necesitarán acuerdos y consensos a nivel político, empresarial y de la sociedad toda. “Creo que el gobierno tiene que empezar a tejer esos apoyos y acuerdos para llegar a una reforma que sea lo más equitativa posible”, puntualizó.


Depende cómo se mire

En el comunicado oficial del MEF se aclara que, utilizando la vieja metodología de medición de Cuentas Nacionales, el déficit hubiera sido de -6,4% para el año pasado.

Para Moya, es un error utilizar el cálculo antiguo porque, “en realidad, la economía estaba subestimada”, argumentó. Lo correcto, subrayó, es considerar el nuevo método. En este sentido, añadió que, a mediano plazo, la variación del déficit fiscal entre uno u otro cálculo no es significativa.

Iturralde, en tanto, apuró a aclarar que, a su entender, lo importante no es tanto mirar el nivel, sino la trayectoria. “Lo mejor de la actualización de las cuentas nacionales es que nos alivia un poco el tema del déficit y también el endeudamiento del país (…) La trayectoria de la deuda uruguaya sigue siendo igual de preocupante, pero como bajamos un poco el nivel, tenemos un poco más de aire”, explicó.

De igual manera, el director del CED insistió en que “los problemas de fondo son los mismos”. La reforma de la seguridad social se mantiene como la solución para más largo plazo, mientras que en el corto “hay que hacer algo mientras reactivamos la economía para que esto no se vaya de cuadro”, reflexionó.


Recaudación de la DGI cayó en 2020 un 2,7%

La Dirección General Impositiva (DGI) recaudó en términos brutos unos $ 39.979 millones en el mes de diciembre, lo que implicó un incremento a valores corrientes de 12,6%. Si se descuenta el efecto inflacionario, el crecimiento de la recaudación en el último mes del año fue de 2,9%, según la información difundida por el organismo.

Por su parte, medida en términos netos (descontando la devolución de impuestos) la recaudación de la DGI registra un crecimiento de 4,3% en el mes de diciembre en comparación con igual mes de 2019.

De esta forma, la recaudación de la DGI cerró el 2020 con una caída interanual de 2,7% medida en términos reales, tanto en términos brutos como netos.

El informe detalla que todos los grupos de tributos registraron caídas en su recaudación, a excepción del agregado “otros impuestos”, que tuvo un crecimiento en términos reales de 2,7%, pero cuya participación sobre el total recaudado de la DGI es de tan solo 0,7%.

Los impuestos al consumo registraron en conjunto una caída de 2,2% en el 2020, y en particular el IVA (el tributo con mayor peso en la recaudación de la DGI) tuvo un descenso en sus ingresos de 1,7%. Por su parte, el Imesi tuvo una caída en conjunto de 4,8%.

En cuanto a los impuestos a la renta, tuvieron un descenso de su recaudación del 2,8%. El IRPF registró un descenso de 4,3% en su recaudación que se explica exclusivamente por el descenso de la Categoría II del tributo (rentas al trabajo) que cayó 5,8%, y a que la Categoría I (rentas al capital) tuvo un aumento de 5,9%. Por su parte, el IASS recaudó un 1,5% menos que en 2019.

En tanto, el IRAE registró una caída de 3,4% y el Imeba un descenso de 1,7%.

 

Por último, los impuestos a la propiedad registraron una caída de 4,1% en conjunto, con un descenso de 4,8% en el Impuesto al Patrimonio y de 3,6% en el Impuesto de Primaria, que no alcanzaron a ser compensadas por la suba de 3,6% registrada en el Impuesto a las Transmisiones Patrimoniales.