¿Está la disponibilidad de agua potable amenazada en Uruguay?

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La sequía reinante en el país ha aumentado la visibilidad de la problemática y renueva el debate sobre cuáles son las inversiones necesarias para solucionar la situación de los diferentes actores de la sociedad uruguaya.

El pasado 11 de febrero, producto de la sequía que afecta a todo el territorio nacional, OSE resolvió comunicar restricciones en el uso del agua potable para algunas localidades y ciudades de los departamentos de Montevideo, Canelones, Lavalleja, Minas, San José, Colonia y Soriano, prohibiendo su uso para fines no prioritarios.

En este contexto, se renueva el debate acerca de cuáles son las inversiones que Uruguay debe de llevar adelante, con tal de brindar un acceso al agua potable de calidad y sin problemas para los uruguayos.

Pero antes, evaluemos algunas aristas interesantes del problema en el país. En primer lugar, el estrés hídrico de Uruguay en promedio se encuentra en valores bajos, menores al 10%, según el Banco Mundial y el World Resources Institute (WRI). El estrés hídrico es un indicador que se calcula como la proporción de la extracción de agua dulce en proporción a los recursos de agua disponibles.

Ahora bien, la variabilidad climática hace que ese estrés hídrico se vea afectado en distintos momentos, comprometiendo la producción agrícola y necesitando encontrar los mecanismos adecuados para garantizar el agua potable para consumo humano. Como se muestra a continuación, Uruguay tiene un nivel de riesgo por sequía medio y moderado, lo que plantea desafíos adicionales en la materia (mirar Imagen 1).

Fuente: World Resources Institute – Aqueduct 2019

Actualmente, el gobierno ha promovido el proyecto Neptuno, una nueva planta de potabilización y toma de agua del Río de la Plata, que se ubicaría en Arazatí, departamento de San José, y que brindaría aproximadamente el 30% del volumen de abastecimiento de agua potable para el área metropolitana.

Sin embargo, existen otras alternativas que ya manejaba OSE. Por un lado, el proyecto de construir una presa en el arroyo Casupá, que busca suministrar de agua potable al área metropolitana y almacenar cierta cantidad de líquido para momentos en donde la extracción no sea posible o donde haya escasez de este. Por otro lado, el proyecto en Paso Severino consiste en aumentar la capacidad de represamiento actual.

Estos importantes proyectos buscan atender la problemática específica en lo que refiere al consumo doméstico y residencial del área metropolitana. En este sentido, se podrá discutir cuál es el instrumento más adecuado, pero difícilmente alguien pueda argumentar que no se requieran inversiones en el sector.

Pero, ¿qué sucede con el consumo del sector productivo, principalmente con el sector agrícola, que ha sido duramente golpeado por la sequía? El sector agropecuario se ha visto sumamente perjudicado por la sequía, ya que la falta de lluvias ha generado pérdidas de producción y mayores costos (asociados a nuevos requerimientos de riego o insumos sustitutivos). Según datos del Banco Mundial, en Uruguay, el 87% de la extracción de agua dulce fue destinada a la actividad agropecuaria, mientras que dicho valor para todo el mundo fue del 72% ese mismo año. Esto demuestra que la incidencia de la actividad en el país es relevante y que el uso de agua para el desarrollo de la misma es esencial.

¿Qué posibles inversiones en infraestructura se pueden llevar adelante? Algunos ejemplos de obras de infraestructura pueden referir a mejoras tecnológicas para prevenir la colmatación de represas u otras pérdidas de agua. A su vez, se puede aumentar la capacidad de almacenamiento de agua, para utilizar en mayor medida ante estos eventos climáticos. Por su parte, se pueden llevar adelante plantas de tratamientos de aguas residuales, que involucren procesos que permitan obtener agua potencialmente reutilizable para actividades agrícolas. Además, se pueden realizar mejoras de canales de agua para evitar fugas, entre otras, así como la construcción de sistemas de recuperación y explotación de aguas subterráneas.

Sin embargo, más allá de cuáles sean las soluciones técnicas, que será materia de los especialistas técnicos indicar aquellas que sean las más adecuadas en términos de costos y beneficios, parece bastante evidente que se deben encontrar los mecanismos de incentivos, para que se destinen recursos del sector público y privado, que permitan anticipar con inversiones estos desafíos. El sector agroexportador sigue siendo el motor de crecimiento económico del Uruguay y parece bastante claro que se deben hacer los esfuerzos para mantener un nivel de productividad que permita mantener altos niveles de actividad. La evaluación económica de este tipo de infraestructuras, de mitigación al riesgo hídrico, deben ser adecuadamente valoradas en términos de la probabilidad de ocurrencia de sequías severas. Ningún especialista podrá decir cuándo será el próximo evento, pero sí todos coinciden en que estos serán de mayor profundidad e impacto, y sistemáticamente más frecuentes. 

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Ec. Gastón De Lorenzi – Economista en AIC Economía & Finanzas

Ec. Marcelo Pérez – Socio Director y economista especializado en infraestructura en  AIC Economía & Finanzas


[1] El riesgo de sequía mide la probabilidad de ocurrencia de sequías, la población y los activos expuestos, y la vulnerabilidad de estos a los efectos adversos. Los valores más altos indican un mayor riesgo de sequía.